La esencia del periodismo valiente

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[dropcap]U[/dropcap]na vez leí que el periodismo debería ser el fiscalizador del poder. Algo así como la salvaguardia de los intereses de los ciudadanos. Una fuerza que sirva de filtro entre lo que el poder nos cuenta y la información que recibimos los ciudadanos. Un filtro que desenmarañe las mentiras y tergiversaciones de los políticos. Pero para ello, es necesario, sin duda, ser críticos, molestar y meter el dedo en la herida. Aunque no todo el mundo lo entienda de la misma manera. También es inevitable ser autocríticos con la profesión: por no saber regenerarse, por desconectar con el ciudadano de a pie y por haberse plegado en demasiadas ocasiones a la voluntad del poder.

Precisamente estos errores han acarreado una profunda crisis dentro del periodismo que nosotros, los futuros periodistas, estamos llamados a solventar. Es, sobre todo, una crisis de credibilidad que tiene sus raíces en la dependencia de los medios de comunicación del poder financiero y su vinculación con el poder político.

Lo que ocurre es que los ciudadanos tenemos derecho a exigir ciertos valores a los medios. Y es que nos gastamos más de 2.000 millones de euros en subvenciones a las radios y televisiones públicas (50 millones en el caso de las autonómicas y municipales), según Jose Sanclemente de eldiario.es. Precisamente por eso, es triste encontrarse frecuentemente titulares como: “los periodistas de rtve.es también piden la despolitización de sus contenidos”; “los periodistas de TVE denuncian censura al informar sobre la corrupción del PP valenciano” o “la manipulación informativa en TVE ha sido constante durante 2015”.

La continua denuncia por parte de los periodistas de TVE del sesgo ideológico y la manipulación del ente escandaliza a los espectadores y eso repercute en su audiencia. Por eso es decepcionante ver cómo la gente deja de sintonizar TVE a la hora de informarse y escoge vías alternativas que encuentra en algunas cadenas privadas que ejercen, paradójicamente la labor de servicio público.

Esta relación con la política ha ido tejiendo una progresiva desconexión entre el ciudadano y el periodista que, a su vez, ha sido la consecuencia de otros errores, vinculados estrechamente a la ética periodística.

Todavía no sé con exactitud en qué consiste esto del periodismo (en ello me encuentro), pero creo que tengo una ligera idea. El mejor oficio del mundo, tal y como lo concibía Gabo, no tiene límites. Se basa en la búsqueda de información (veraz, rigurosa y verídica) y su posterior comunicación a un público. Ahora bien, esas dos tareas implican una serie de obligaciones. Es necesario contextualizar cada información para que el lector, oyente o telespectador pueda configurar completamente la realidad que engloba al hecho en sí. Es decir, “el periodismo no es solo contar lo que pasa, sino dar las claves para entender por qué pasan las cosas”, como escrbía el periodista Fran Llorente en un artículo publicado en Infolibre. Para llevar a cabo esta tarea, Gabriel García Márquez recalcaba en un artículo recogido por El País la necesidad de usar tres elementos básicos para el periodista: “una ética a toda prueba, un par de oídos que los reporteros usábamos para oír lo que nos decían y la libreta de notas (…) para que el periodista vaya editando con su inteligencia a medida que escucha”. No parece algo extremadamente difícil de realizar. Sin embargo, precisamente la defensa de los valores éticos propios del periodismo es el deber que más se ha obviado a la hora de ejercer la profesión. La necesidad de anteponer una serie de principios periodísticos a los intereses del poder político o financiero, es la que nos hace construir un periodismo crítico, valiente, atrevido, luchador, que no se calle y que repregunte.

Por tanto, una buena forma de enmendar los errores cometidos es dejar clara la posición y la función del periodista. Para conservar la credibilidad del periodismo es necesario mantener la distancia con el político, tirar de maldita hemeroteca, hacer preguntas incómodas y no dejar que nos la cuelen.

Alguien dijo alguna vez que en su cadena no se levantaban cada mañana para hacer amigos. Esa es, en definitiva, la esencia del periodismo valiente.

1 COMENTARIO

  1. El periodismo es información. No tiene porqué estar por encima del poder, mucho menos a su lado ( en esto de acuerdo). A mi entender es sólo eso: información. Ponle los apellidos que quieras (veraz, imparcial….), pero simplemente eso

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