El origen de la coyuntura sociopolítica que vive España se encuentra en el pasado, seleccionado ad hoc en función de los intereses de cada uno. En el núcleo de la mejoría necesaria se encuentra la democracia en forma de monarquía parlamentaria, aún por perfeccionar, empezando por la ley electoral.

El nudo del problema se encuentra en que la tienen que cambiar a los que les beneficia, por lo que pueden esperar sentados. Perseguir la corrupción y el fraude fiscal es el clamor unánime del español medio. Es más, es la raíz del enfado de la ciudadanía porque estamos hasta el gorro de la desfachatez, del dinero robado y no devuelto, de la impunidad de algunos, de los juicios de moral y ética de unos y de otros.

Así que les propongo que gritemos que no queremos seguir soportándolo más, como en Network.


Existen necesidades, como la separación real de los poderes, empezando por el CGPJ hasta la fiscalía. También existen problemas endémicos generados por políticos mediocres, generalmente que provienen de la vaguería del bipartidismo, de la falta de alternativas. Como ejemplo, les propongo los medios de comunicación que, al servicio de subvenciones, informan demasiado con lo que necesitamos escuchar para desinformar de lo relevante (al menos quedan algunos periodistas que mantienen el rigor periodístico intacto). No hablemos de la deuda ni del déficit. Las grandes taras en educación, patente en la comparación con el resto de los europeos, o las necesidades en nuestra sanidad reflejadas en esta pandemia mundial, junto con el paro estructural de este país, en especial el temporal, juvenil y de larga duración no parece que sean problemas suficientes para llegar a acuerdos. Las pensiones y los funcionarios son problemas que ya arreglarán los que vengan en el futuro porque el largo plazo en política no importa, y ese largo plazo se está convirtiendo en precipicios próximos.


¿Y qué me dicen de la España despoblada, vaciada o de la forma en la que la quieran ustedes nombrarlo para que impacte más en campaña electoral?

La falta de tecnócratas entre los gobernantes y el exceso de estos junto con su falta de conocimiento en gestión propiciado por su inexperiencia laboral en ámbito privado acaba provocando cierto agravamiento de las crisis económicas. Y es que hoy la verdad importa un carajo, tan solo se preocupan de vender una ficción que ya explicará al que le toque. O seguramente no se explique. Es más, es probable que se acabe haciendo lo contrario a lo prometido en esa ficción.

¿Qué les parecería que el político fuera multado por mentir a propósito? ¿Y si tuviera que pagar con su dinero por prometer algo y hacer lo contrario? Nos ahorraríamos promesas absurdas. Quizás al todopoderoso, “Don Pedro Fraudez” como llaman por ahí, le habrían echado de nuevo de su partido antes de enchufar a todos sus amiguetes como viene haciendo la mayoría de los políticos anteriores que pudieron hacerlo, y probablemente el único que dijo la verdad, aunque no se quisiera escuchar, no hubiera dimitido. Hacen falta políticos no solo honrados sino íntegros.

Pero en el país donde el deporte nacional es la envidia, les aseguro que ni los extremos, ni el nacionalismo, ni los populismos solucionarán nada de lo descrito anteriormente. Tan solo lo agravarán. Tengo pensado hablaros sobre esperanza, así que lo dejaré aquí, porque si continúo se me acabaría el papel, y eso que escribo en Word.

Les diría que, visto lo visto, todo está perdido. Aludiendo al rico refranero español, les diría que “cada palo que aguante su vela”, que el futuro está en manos de incompetentes, que la sociedad está en una duermevela abrumada de noticias que te derivan a la indiferencia de quién gestiona no sólo tus impuestos sino tu futuro.

Pero no se me ocurre decírselo porque por suerte, todos conocemos a personas extraordinarias, de esas que no llegas a comprender cómo le da tiempo a hacer todo lo que hacen, y nos sacarán de ésta, junto con el apoyo del resto de la sociedad. Gracias a que políticamente son personas moderadas por lo general, con pensamientos sensatos y razonados, y comprenden que lo importante no son ellos, sino la sociedad que les empuja a llegar a acuerdos con diferentes, a salvar escollos, evitaremos un desastre nacional.

Urgen grandes acuerdos, política para generaciones y cambios de calado. Para ello necesitamos líderes de Estado, no ególatras. Y llegará, porque España no sólo tiene lo descrito, sino que posee de su principal valor añadido, que son los españoles. Esos que han conservado los paraísos naturales con el clima espectacular que, de este país de norte a sur, de levante a la frontera más antigua de Europa, recorre playas, montañas y patrimonios de la Humanidad. Una armonía tal entre españoles que hacen de este país el segundo destino turístico preferido del mundo, al menos hasta ahora. Nuestros museos, películas, teatros, es decir, el legado y desarrollo cultural y artístico es único.

¿Sabían que somos los líderes mundiales en donación y trasplantes de órganos? Somos líderes en fibra óptica, alta velocidad y gestión de infraestructuras. Somos los que tenemos mayor almacenamiento de electricidad en centrales termosolares y cuartos del mundo en producción con energía eólica. Aunque afirmen que vivimos en una sociedad machista (es cierto que aún queda mucho por mejorar) sólo el 9% considera que el hombre es superior a la mujer mientras que en China o Rusia está en torno al 50%. Sigue habiendo homófobos, pero nuestro país es considerado más gay-friendly según la comunidad LGTB. Nuestra esperanza de vida es mayor que en el resto del mundo solo por detrás de los japoneses, aunque probablemente vivamos mejor gracias a nuestra gastronomía.

La adquisición de nuevos derechos y libertades, avanzando en políticas sociales con una capacidad económica potente a través de la moderación y la sensatez con trabajo y el esfuerzo, ha de ser nuestro objetivo como sociedad. Que sepan que España, por mucho que les digan, promete.


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