El trayecto en un AVE lleno hasta la bandera fue de lo más ameno, y la llegada a la capital del reino de España, bastante inmediata. Llegar a Madrid era respirar libertad de nuevo. Tras meses sin poder visitarla, fue como una bocanada de aire fresco más que necesaria.

Se respiraban ganas de vivir: gente inundando las terrazas de los hosteleros, que tanto les agradecen su presencia; grupos de personas caminando por el precioso Paseo del Prado, riendo y gritando, sin temor a nada.

El bulevar era toda una efervescencia de voluntad democrática. «Entre socialismo o libertad siempre elegiré libertad», comentaba un transeúnte. «¿Quién daba un duro por Ayuso cuando comenzó a gobernar?», preguntaba su compañera de trayecto. Y, escuchando hablar de ese revulsivo, terminé adentrándome en la calle Alcalá, dirección a la Puerta del Sol: el epicentro de la libertad. Los pelotones de gente se multiplicaban y las calles desprendían ganas de vivir y la fresca brisa las dotaba de aún más encanto.

Cabe destacar que la convocatoria de elecciones autonómicas para el próximo martes 4 de mayo ha sido todo un acicate para el panorama político actual. La vida en Madrid parece haber dado un vuelco desde la relativa tranquilidad de la pandemia hasta la más absoluta locura y paranoia electoral.

Así, Madrid despertaba el jueves con un Gobierno regional en funciones, una Asamblea disuelta y un recurso, pendiente de resolución, ante la Justicia madrileña; algo inédito en la historia reciente de nuestro país. Un relato de completa vergüenza democrática: un parlamento regional en pie de guerra ante lo que se establece en la máxima ley de una autonomía después de la Constitución.

El problema lo tendrán aquellos que se están oponiendo al proceso más democrático de todos: votar. No será de aquellos que clamaban con urgencia la convocatoria electoral que, por fin, se va a dar. Ni de quienes ansían poder trabajar, y no vivir de un Estado que parece poseer dinero infinito. Ni de quienes han luchado desde el primer momento por vivir. Tampoco de aquellos que han sacado adelante un bar, un restaurante, un comercio o cualquier otro negocio contra viento y marea. Ni de quienes han hecho de la libertad su modo de vida.

Pero, en absoluto, será de aquellos que confían en sus propios medios y motivaciones para alcanzar aquello con lo que sueñan; de aquellos que quieren seguir escribiendo la historia en positivo; de aquellos que quieren una ida con destino libertad.

El 4 de mayo, con Isabel Díaz Ayuso hacia la libertad.


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