Con 19 años, y con apenas unas pocas convicciones, empecé a interesarme y a ser sensible por la política, las ideas en torno a la libertad, la igualdad, y la solidaridad. Hablamos de 2014, pero por aquel entonces no sentía la necesidad de encontrar un partido que fuese capaz de representarme. A mí lo que me interesaba era empaparme sobre los valores de la libertad, el progreso, y también intentar entender cuáles eran los verdaderos problemas que tenía España como país.

 

Pero ya a la edad de 20-21, en 2016, me sentí identificado con un partido que recogía todas esas sensibilidades, inquietudes y preocupaciones que un recién universitario podía llegar a tener. Porque no se trataba tan sólo de un partido político más, eso era un proyecto de país. «Ni rojos ni azules», ¿recuerdan?. Me apasionaba la idea de una España educada en la cultura del pacto, del entendimiento, del acuerdo. Ciudadanos encarnaba lo mejor que hizo la sociedad española en más de un siglo; la Transición. Tras los fallidos intentos de construir un proyecto de centro a lo largo de la democracia, Ciudadanos llegó a ilusionar a más de 4 millones de españoles. Y lo hizo tras un largo recorrido, sufriendo ataques desde la izquierda y la derecha, transmitiendo el mensaje centrista y moderado que ahora mismo se reivindica.

 

Recordemos brevemente ese recorrido. Cuando el parlamentarismo español y su aritmética se vio afectado por el creciente pluralismo político, fue Ciudadanos quién viró tanto a izquierda, (precisamente para investir a Pedro Sánchez) como a derecha para sacar al país de la incertidumbre política y la ingobernabilidad. Fue Ciudadanos quien apoyó un Gobierno de Susana Díaz para dar estabilidad a Andalucía al mismo ritmo que le exigía reformismo. Y fue Ciudadanos quien apoyó a Rajoy y negoció sus presupuestos, y tras la sentencia por corrupción por parte de la Audiencia Nacional al Partido Popular, incluso se estuvo de acuerdo y se apoyó por aquel entonces una posible moción de censura. Pero ojo, se apoyaba el fondo, no las formas. Y tras esa moción de censura se optó por una estrategia que, errónea o no, era legítima, pero no efectiva, pues no se consiguió desenmascarar a Sánchez y se alimentó esa polarización que tanto daño nos hace (y nos hizo) como partido de centro. La compañía escogida por  Pedro Sánchez en aquella censura al Gobierno nunca la hubiese apoyado Ciudadanos, ni antes, ni ahora, como ya hemos visto con los presupuestos.

 

Es por eso que la mayor parte de la existencia política de Ciudadanos la ha dedicado a los contenidos, a las medidas, a tener en cuenta que se pacta y no con quién, sin importar de donde venga la corrupción, ejerciendo de árbitro ante un bipartidismo infantil y caduco, y siempre dentro del constitucionalismo. Quién se sienta traicionado por ello u ofendido en una de las peores crisis sanitaria, económica y social que se recuerda, debe saber que Ciudadanos no ha sido nunca su partido. Todos los cargos y afiliados que se están yendo con la excusa de que Ciudadanos ha cambiado, deben saber que quien lo ha hecho realmente ha sido la sociedad española, provocada irresponsablemente por una clase política que se ha olvidado de dónde venimos y por qué somos la democracia que somos. Ciudadanos sigue defendiendo el centro político en una sociedad enferma de polarización.

 

Comparto la oposición al proyecto de Sánchez, y hay que ganarle la batalla del relato, sin duda, y entiendo que las líneas rojas que ha pisado son lamentables, y totalmente repudiables. Pero ahora les hablo directamente a todos los que se están yendo al PP y creen que es la alternativa a Pedro Sánchez: ¿Qué ocurrirá después del «sanchismo»? Si Pablo Casado consigue la Moncloa y gana a Sánchez, ¿qué pasará? ¿Reformará España tal y como siempre anheló Ciudadanos? ¿Limitará mandatos? ¿Acabará con los aforamientos? ¿Apostará por un pacto Nacional educativo con un PSOE y el resto de fuerzas al que les ha declarado la guerra? ¿Reformará el CGPJ? No admito lecciones de alternativa al bipartidismo, que jamás quiso reformar nada, y vosotros, tránsfugas, sois perfectamente conscientes de ello. Quién pide la fusión o un España suma, habrá que recordarle que Ciudadanos nunca fue una escisión del PP, y que son proyectos que, aunque puedan llegar a converger, son diferentes, y en algunos puntos antagónicos, si me apuras.

 

La falsa disyuntiva de Ayuso, comunismo o libertad, sólo alimentará un lenguaje guerracivilista erróneo, y que a la larga, favorecerá a los populismos y concretamente a Sánchez, provocando que se diluya el mensaje moderado de un partido de centro como Ciudadanos. Y entonces será cuando pierdan los españoles. Nunca nadie gobernó contra la otra mitad de España, a Moncloa se llega ensanchando el centro, y no parece que vayamos en esa dirección.

 

Es por eso que, a través de este artículo, reivindico el discurso moderado, centrista, y por supuesto la existencia de un partido como Ciudadanos. Llevo desde los 20 años creyendo en un proyecto de país, y abandonar ahora sería ridículo, porque para ser, hay que sentir, y para estar, permanecer.

 

Siento este proyecto, y permaneceré, si hace falta, hasta el naufragio.


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