El pasado día 16 de julio se celebró una consulta popular convocada por la oposición venezolana, no vinculante, sobre la reforma constitucional que pretende realizar Nicolás Maduro. Este referéndum tuvo lugar a lo largo y ancho del globo terráqueo. Un total de 7.186.170 venezolanos emitieron su voto, de los cuales el 98,4% de los participantes (6.387.854 personas) votaron en contra del cambio constitucional.

Hasta aquí la información objetiva existente de la jornada de votación. Cada medio de comunicación al contar y narrar la situación acaecida en Venezuela tiene un objetivo concreto. Este matiz no pasa desapercibido para todos los que nos dedicamos a la comunicación política. Tres son las funciones clásicas de los medios de comunicación: informar, politizar y polarizar. Poca información y mucha opinión se encuentra hoy en los medios de comunicación españoles sobre el referéndum venezolano, hecho que tampoco debería sorprendernos al ser un sistema mediático mediterráneo polarizado (Hallin y Mancini, 2004).

La politización y polarización están más presentes que nunca en la opinión pública española con referencia a Venezuela. Por un lado, se encuentran lo más fieles defensores de la República bolivariana de Maduro y por otro, los que afirman la existencia de una verdadera dictadura en el país sudamericano. No hay matices, no hay grises. Esta situación tan polarizada da lugar a la existencia de una issue dramática en la realidad política de nuestro país. Los partidos políticos españoles son conscientes del escenario en el que les tocará actuar, por eso preparan a conciencia los papeles que deberán encarnar para satisfacer a un público que espera impaciente una opinión. Tanto es así, que ya hemos podido visualizar varias veces tal representación en el Congreso de los Diputados. Sirva de ejemplo esta proposición no de Ley presentada por el partido popular sobre la crisis institucional en Venezuela. En ella se solicita:

  • «Exhorte al Gobierno venezolano a asumir responsabilidades con el fin de lograr el respeto de la democracia y el diálogo efectivo entre los poderes del estado.
  • Emplace al Gobierno venezolano a que garantice la separación de poderes y el Estado de Derecho, las libertades, los principios democráticos, y los Derechos Humanos así como la convocatoria de elecciones previstas por el ordenamiento jurídico y constitucional del país.
  • Continúe impulsando en colaboración con los distintos actores internacionales y regionales la búsqueda de soluciones, que garanticen el cumplimiento de los principios democráticos.
  • Exija al Gobierno venezolano la inmediata liberalización de todos los presos políticos» (Congreso de los Diputados, 2017,26).[i]

PP, PSOE, Ciudadanos apoyaron tal proposición, Podemos se abstuvo y IU votó en contra. En términos de valoración y análisis todos cumplieron con lo que esperaban sus votantes. En esta ocasión, fue la formación morada quién se enfrentó al trance más complicado. Tanto es así, que fue la primera vez que Podemos e IU votaron diferente a pesar de conformar el mismo grupo parlamentario. Si Podemos votaba en contra daría la razón a las acusaciones de financiación del gobierno de Maduro al partido, si votaba a favor decepcionaría a todos aquellos que opinan que Venezuela cumple con los estándares de una democracia.

Existe en comunicación política una teoría llamada Two steps flow communication de Katz y Lazarsfeld que afirma la importancia de líderes de opinión dentro de una comunidad a la hora de transmitir un mensaje político. Serán estos líderes los que a través de sus opiniones difundan un determinado pensamiento que calará en el resto de la comunidad. Es decir, los medios de comunicación transmiten la información a un líder de la comunidad y éste será el que difunda al resto del público su opinión sobre un determinado tema. Esta teoría se adapta al tema que venimos tratando en este artículo, además, con el desarrollo de internet y las redes sociales, esta formulación se ha desplazado a nuevos escenarios. Así, podemos identificar a líderes de opinión que influirán en la perspectiva que se tenga sobre determinados asuntos. En concreto, el tuitero Gerardo Tecé publicaba el 16 de julio el siguiente tuit:

«Si confías en el telediario, debe de ser un jaleo mental que una dictadura permita un referéndum y que nuestra democracia ejemplar, no».

Por otro lado ideológico, se encuentra Cayetana Álvarez de Toledo que interpeló a Pablo Iglesias con el siguiente tuit el 16 de julio:

«Venga, alpha, atrévete a comparar la dictadura venezolana con la democracia española».

Como se puede visualizar se ha encontrado a dos líderes de opinión, izquierda y derecha, con razonamientos totalmente contrarios sobre el mismo tema. Hasta el momento, tal polarización ha sido útil para los partidos políticos españoles. Sin embargo, cabe preguntarse hasta cuando permanecerán en la opinión pública los eslóganes simples y de poco calado.

The economist publica todos los años su Democracy Index en dónde cataloga las democracias del mundo. En esta publicación Venezuela es clasificada como un régimen híbrido entre democracia y régimen autoritario[ii] Quizás un análisis pausado y una búsqueda de las causas y problemáticas concretas ayuden más al conflicto civil venezolano que un grito demagogo. No obstante, creo que la lucha por el titular sobre Venezuela ha venido para quedarse.

[i] Disponible en: http://www.congreso.es/public_oficiales/L12/CONG/BOCG/D/BOCG-12-D-139.PDF

       [ii] Disponible en: http://www.eiu.com/Handlers/WhitepaperHandler.ashx?fi=Democracy-Index-2016.pdf&mode=wp&campaignid=DemocracyIndex2016

 

1 COMENTARIO

  1. Lo de Cubazuela acabará en guerra civil tarde o temprano, si es que no ha comenzado ya.

    Desde la época del clasista neoliberal de Carlos Andrés Pérez (y buen amigo de Belisario Betancur, Manuel Fraga Iribarne y a su vez de Enrique Sarasola Lerchundi) el país ya tenía cierta inestabilidad y descontrol, dados los intereses de los oligarcas y su clientela en Latinoamérica.

    Por otro lado, sería importante que Españistán se mantenga bajo una posición neutral, es probable que la situación de intromisión acabe acarreando problemas diplomáticos al país y su ciudadanía, con todo lo que ello conlleva.

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