En plena explosión tecnológica, con la ley de Moore resistiéndose todavía a desaparecer, con el debate más en boga que nunca sobre de la robotización y automatización de numeroso puestos de trabajo, uno de los sectores más punteros, el de la impresión 3D, da una vuelta de tuerca y se dirige a lo que se conoce como High Tech Medieval Age. Efectivamente, tal y como sostiene Tomás Díez, director del Fab Lab de Barcelona, avanzamos a una “época medieval” que apuesta por un nuevo artesanado. Esta fase implicaría un replanteamiento del concepto vivienda, pudiendo convertirse ésta en un verdadero taller donde poder crear y producir de manera autónoma.

Esta conjunción o simbiosis entre conceptos en principio antagónicos, también se empieza a intuir cada vez más en el terreno de la política. Un claro antecedente de ello sería la denominada “glocalización”, concepto que hizo fortuna en la década de los ochenta del pasado siglo, y que nació como respuesta a los abusos de la globalización. Su lema más reconocible es aquel de “Piensa globalmente, actúa localmente”. El paso del tiempo y su halo de tintes utópicos ha provocado que acabara prácticamente cayendo en el olvido. Y, sin embargo, parece que es el camino adecuado para conseguir revertir la mala situación de la política.

Una posible causa de la desafección que tienen los/as ciudadanos/as con sus representantes políticos está originada tanto por un efecto gatopardiano “todo cambia para que nada cambie” como por una fractura y crisis de la legitimidad política. Estas sensaciones han ido aumentando, en parte, al tiempo que el poder de las llamadas instituciones contramayoritarias ha ido creciendo. Sánchez-Cuenca, en su libro “La impotencia democrática”, señala que el auge de estas instituciones supone una progresiva pérdida de poder de los gobiernos estatales. El ideal democrático de consenso entre preferencias individuales y decisiones colectivas se ve gravemente erosionado por la acción de las mismas y los únicos reductos donde se podrá ejercer una gobernanza completa será en el nivel local o municipal.

No por casualidad, están surgiendo cada vez más iniciativas y políticas enfocadas en este ámbito de acción. En la ciudad de Madrid, por ejemplo, se suceden las noticias sobre la creación de nuevos fondos destinados a los Presupuestos Participativos o a consultas ciudadanas sobre planes de remodelación de entornos urbanos. Los presupuestos participativos no son en cualquier caso un concepto novedoso, pues se llevan implementando en diversos municipios y ciudades desde hace tiempo. Junto a éstos, podemos encontrar acciones como la proliferación de huertos urbanos, recuperación de espacios o plenos abiertos y vecinales que demuestran el interés creciente, al menos de una parte de la población, de informarse de lo que sucede en su entorno más cercano para lograr transcender e influir en el mismo.

Es probable que hayamos llegado al momento en que, para recuperar el prestigio de la política de altas esferas, tengamos que ponernos a trabajar y mejorar la política municipal y local. En “Fuego y Cenizas”, de Michael Ignatieff, el antiguo líder los liberales canadienses relata cómo haciendo campaña en uno de los lugares más remotos de su país, uno de sus compañeros de partido le va señalando los diferentes terrenos de granjas pertenecientes a posibles votantes y cómo se da cuenta en ese momento de la importancia de la política cercana para poder construir un proyecto global.

Para ganarle terreno a la desafección política, nosotros/as mismos/as debemos empezar a hacer política y comenzar por lo local, terreno donde aún existen márgenes para influir y alzar la voz. De esta manera y de forma progresiva, se podrá ir avanzando y redemocratizando espacios que nunca debieron perderse. En una ciudad bien gobernada, nos decía Rousseau, las personas son partícipes de los asuntos públicos. En una bajo un mal gobierno, la res pública queda huérfana porque a nadie le interesa lo que allí sucede y es en ese momento cuando la política deja de servir a las personas para hacerlo con los intereses privados. ¿En qué modelo de ciudad queremos vivir?

 

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(1992) es graduado en Derecho por la UC3M (2014) y Máster en Acceso a la Abogacía por la UAH (2016). Actualmente compagina la docencia con su pasión el análisis político.

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