En unos días Antena3 estrenará la versión española del exitoso programa estadounidense The Masked Singer, un formato musical donde famosos de nivel internacional se enfrentan disfrazados a varias actuaciones con el objetivo de no ser descubiertos por un jurado.

Viendo la última temporada de la versión yanqui, me quedé de piedra cuando uno de los concursantes reveló su identidad tras la máscara: se trataba de Sarah Palin, candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos en 2008. De repente me pregunté si en España también veríamos políticos de ese nivel concursando en el programa.

Pensé en Rivera, ahora que está más libre, disfrazado de mandarina delante su pareja Malú como jurado. Ojalá. Después caí en que varios dirigentes de VOX llevaban semanas acusando al Gobierno de Sánchez de querer ocultar al Rey Felipe reduciendo su presencia en actos institucionales como ocurrió en la entrega de despachos a los jueces en Cataluña. Igual el Gobierno solo encubría la participación del monarca en las grabaciones del nuevo programa.

La misma hipótesis podría hacerse con Santiago Abascal, desaparecido desde que a finales de julio anunciase su moción de censura a Sánchez.

Entonces apeló a la urgencia de sacar al presidente de Moncloa para que España no cayese «en la ruina, la muerte y la opresión» y prometió un candidato independiente, procedente del viejo PSOE, para sacar las vergüenzas al nuevo.  

Pero debe ser que la ruina, la muerte y la opresión descansaban en verano, porque aplazó la moción a septiembre, casi dos meses después de su anuncio. Puede también que para entonces Rosa Díez y Corcuera también tuviesen apalabrada su participación en The Masked Singer, porque se acabó descartando lo del candidato con antigua militancia socialista y agosto no fue un mes adecuado para censurar al criminal Gobierno que tanto parece molestar a Abascal.

Pero en septiembre el líder de VOX no compareció en la tribuna del Congreso para sacar a Sánchez de la bancada azul, en contra de lo prometido. Las redes de su partido parecían más interesadas en azuzar el enfrentamiento con el césar, retroalimentándose, y parlamentarios como Olona y Buxadé acapararon un protagonismo disuasorio sirviendo de cebo al carpetero sanchista. No urge tanto echarlos como enardecerlos.  

Cuando pensábamos que Abascal había olvidado su compromiso de vaciar la Moncloa y ya colegueaba con los Javis en Atresmedia, reapareció de repente en Telecinco para abrir temporada con Ana Rosa Quintana y confirmó, por medio de evasivas a las preguntas de la presentadora, que es un candidato fracasado por tres: ni estuvo preparado en agosto para presentar la moción, ni logró seducir a ningún diputado ajeno a su partido para apoyar la censura, ni convenció a ninguna figura independiente como alternativa a Sánchez.

La insolvencia de Abascal para demostrarse capaz de responder a esa supuesta urgencia de censurar a un Gobierno y sumar apoyos para ello, hizo que volviese a desaparecer tras aquella entrevista de septiembre. En el partido saben que tienen un mal candidato, un político con dificultades para incorporar experiencias y conocimiento a su discurso y con escasas habilidades retóricas salvo para la épica mitinera.

Lugartenientes como Macarena Olona y Espinosa de los Monteros, más duchos en esos campos, han salido a primera línea a actuar como escudos mientras Abascal se batía en retirada para prepararse la moción de censura, que previsiblemente se celebrará tres meses después de su anuncio. Demasiado tiempo para formar a un líder inexperto que pretende la presidencia del Gobierno.

Ya en las pasadas campañas electorales enmascararon al líder para que no se quemase antes del debate, y salió bien limitar su exposición. Saben que Abascal gana más montado a caballo que confrontando propuestas, que gana más callado que actuando de político.  

Pero hoy eso no importa. No importa que el candidato a la presidencia sea incapaz de reunir apoyos o que no sepa atraer voces independientes a su proyecto. No importa que quien quiere gobernar sea tan inexperto que necesite tres meses para preparar una moción que prometió presentar en uno. No importa si mañana la aplazan a diciembre, porque ganan más con Sánchez en el Gobierno que fuera de él.

Así que, ya que no importa nada, ojalá Abascal nos dé una alegría a los que disfrutamos la televisión y participe disfrazado en The Masked Singer. Más enmascarado que en su partido no podrá estar.


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