Si Macron hubiese escuchado alguna vez a María Ostiz, sabría que «con una frase no se gana un pueblo».

Pensar que en la segunda vuelta de las elecciones del pasado domingo revalidaría su poder cuasi monárquico a niveles municipales sin articular un discurso local en sus tres años de presidencia, sería ingenuo.

Su mensaje siempre se dirigió al francés globalista que quería proyecto de país y de Unión; olvidó hablar a las nuevas patrias en auge, las ciudades, y apenas volcó esfuerzos en desarrollar en los pueblos la formación que lo sostiene, La República En Marcha (LREM).

Ni las coaliciones con la derecha conservadora ni la intensiva campaña de rostros conocidos durante la pandemia han servido para que LREM cuaje en los 35.000 municipios franceses. Es un proyecto sin arraigo que no podrá demostrar nada en el ámbito político más valorado por su cercanía al ciudadano, situación opuesta a la que disfruta la Agrupación Nacional de Le Pen, que se ha hecho con el control de algunas de las urbes más importantes de Francia.

Y esto puede hacer peligrar la reelección del presidente liberal en 2022.

VOLVIENDO A ESPAÑA

Cruzando los Pirineos, Ciudadanos debería aplicarse el «cuando las barbas de tu vecino veas pelar…», porque a los de Arrimadas siempre se les ha tachado desde la etapa riverista de ser demasiado cosmopolitas y no tener mensaje para el mundo rural.

Bien es cierto que Ciudadanos goza de una implantación relativamente amplia a nivel local desde mayo de 2019 (cuenta con 2800 concejales en 400 municipios y ostenta 200 alcaldías), pero también es cierto que la debacle del partido a nivel nacional en las últimas elecciones generales avisa de que el apoyo de la ciudadanía a los naranjas ha disminuido considerablemente desde entonces.

Cabe suponer, por tanto, que en pueblos y provincias, feudos históricos de socialistas y populares en los que Ciudadanos aún no ha echado raíces, esos apoyos son aún más críticos.

Pero los liberales pueden hacer de la necesidad virtud y convertir sus concejalías rurales en el escaparate de sus propuestas para la España vaciada en los tres años que quedan de legislatura. Si demuestran la utilidad de sus postulados contra la despoblación en los enclaves afectados que gobiernan (Palencia, Albacete, Badajoz…), pueden conseguir el favor de unos ciudadanos hastiados por la incompetencia de rojos y azules para retener talento y población. Cuentan con una ventaja vital: su proyecto es nacional, y salvo por pequeñas diferencias territoriales, la despoblación debe tener una solución común en toda España.

En las comunidades donde están representados, los naranjas ya han comenzado a proponer e impulsar medidas de fomento de la natalidad más allá de que se considere familia numerosa a las familias con dos hijos: los liberales de Extremadura que lidera David Salazar ya han levantado la voz para pedir facilidades a la conciliación en las empresas locales y exige al Gobierno de Vara un plan para flexibilizar horarios de los centros educativos.

Pero estas propuestas dirigidas a una mayoría absoluta que insiste en recetas ineficientes pueden quedar en papel mojado, así pues desde el ámbito europeo, el europarlamentario José Ramón Bauzá, ha asegurado el compromiso de la Comisión Europea de que el AVE encargado de conectar Madrid y Lisboa pase por Extremadura antes de 2030.

Ciudadanos consigue así para los extremeños una reivindicación de años que conectará la comunidad con el resto de España y permitirá su recuperación comercial. Convendría que para entonces los de Salazar ya hubiesen convencido a Vara de que su planteamiento de impulsar startups tecnológicas en las dos provincias extremeñas es vital para retener talento.

Muy cerca, en Castilla-La Mancha, la portavoz de Ciudadanos Carmen Picazo, ya demuestra su implicación con la recuperación de la pequeña empresa y el campo castellano manchego pactando con Page el Plan de Reconstrucción de la comunidad tras la pandemia, y exigiendo al presidente que las medidas contra la despoblación que busca para Cuenca se extiendan al resto de la región.

Están intentando devolver al campo el esfuerzo no siempre reconocido que han acometido durante los meses de la pandemia. No obstante, el sector primario español hoy es insostenible por sí mismo, depende absolutamente del intervencionismo europeo a través de la Política Agrícola Común, sin la cual desaparecería, y debe buscar alternativas a largo plazo para que las ayudas europeas sean cada vez menos necesarias.

La supervivencia de las familias rurales dedicadas al campo pasa por implantar el ambicioso Plan Estratégico de Regadíos que Ciudadanos lleva en sus programas para dinamizar las infraestructuras agrícolas y hacerlas más competentes, y comenzar a estudiar planes de diferenciación del cultivo español (fomentar e invertir en los olivares tradicionales y ecológicos, por ejemplo) frente a los intensivos del extranjero. La viabilidad del producto español pasa por su diferenciación.

Todo esto, sin olvidar al ganadero, bien defendido en Castilla y León por los naranjas de Francisco Igea (vicepresidente en el Gobierno de Mañueco) cuando, por primera vez en muchos años, uno de sus parlamentarios se atrevió a expresar una verdad aplastante por su obviedad: la defensa y protección del lobo no está reñida con el cuidado del ganado garantizando su caza controlada. Las pérdidas que sufren los pequeños ganaderos por la creciente presencia del lobo en tierras castellanoleonesas aumentan cada año.

Ciudadanos debe vestir la corbata en Madrid sin olvidar carear vacas en Menasalbas y montar el tractor en Navalmoral de la Mata, a ser posible con más credibilidad de lo que procuró hacer Pablo Casado en pasadas campañas. Solo así demostrará su utilidad en la España vaciada y asentará su programa de centro radical en el resto del país; porque el momento de “coger lo mejor de la izquierda y lo mejor de la derecha” ya pasó: es el momento de crear proyecto propio e independiente.

La supervivencia de Ciudadanos no está en los diez diputados del Congreso. Está en 2800 concejales que deben demostrar que Ciudadanos es de pueblo.

1 COMENTARIO

  1. Interesante artículo sobretodo siendo natural de una zona de campo. En política siempre se relega el mundo rural a un segundo plano. ¿Como crees que serán los resultados de Vox en este entorno en las próximas elecciones? Veo esta formación política más cercana al medio rural, sobretodo en el sur, y no tiene ese aura de metrópolis de Ciudadanos que los aleja de los habitantes de pueblos. Aunque obviamente no se puede decir a ciencia cierta, ¿superará a la formación naranja en estas zonas? ¿cuál de los dos partidos será la alternativa más plausible a los partidos tradicionales?

    Enhorabuena por el texto!

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