La COVID-19 no solo ha provocado una crisis sanitaria, también ha generado un terremoto económico y político. España vive una campaña electoral continua. Si había un momento propicio para que los políticos de este país se unieran y remasen en la misma dirección era este. Lejos de apostar por el pragmatismo, ha primado la ideología y la confrontación.

Son muchas las muestras de rechazo que ha generado esta política de tierra quemada, pero la realidad es que los políticos nos muestran lo que queremos ver.

Vivimos en una democracia representativa; El objetivo de los partidos no es otro que obtener un voto más que sus rivales para ostentar el poder. La teatralidad, la confrontación y la obscenidad no dominan la escena política española por accidente, es la estrategia por la que han optado la mayoría de partidos para atraer a sus potenciales votantes. ¿Es casualidad que Pablo Iglesias le espete a Espinosa de los Monteros aquello de “ustedes quieren dar un Golpe de Estado pero no se atreven”? No. ¿Es casualidad que Santiago Abascal llame “fanfarrón de poca monta” a Iglesias? Tampoco. Es lo que sus respectivos votantes están deseando escuchar. En definitiva, la política es marketing, puro marketing, pero también el reflejo de lo que somos como sociedad.

Nos quejamos de que programas como Sálvame triunfen en la televisión, pero ¿acaso no es Sálvame un símil barato de la política española?. Mientras en plató discuten sobre los nuevos pómulos de Rosa Benito y las chanclas de Isabel Pantoja, en el Congreso se discuten las medidas que deben garantizar la sostenibilidad y prosperidad de nuestro país y sus habitantes. Dejando esto a un lado, el resto es igual. Mucho guion, exceso de espectáculo y escasas conclusiones válidas.

El amarillismo político no es nuevo, viene de lejos. El consenso en la política española se rompió entre la segunda legislatura de Aznar y la primera de Zapatero. En las elecciones del año 2000, el Partido Popular obtuvo la primera mayoría absoluta de su historia. No obstante, la legislatura estuvo llena de sombras como la Guerra de Irak, el hundimiento del Prestige, el atentado del 11M o la huelga general del 20-J. Esto provocó que la izquierda elevase el tono contra el Ejecutivo de Aznar y promoviese infinidad de movilizaciones en la calle contra él. Siendo Zapatero presidente, se aprobaron una serie de leyes progresistas que generaron un gran rechazo en los sectores conservadores. Además la Ley para la Memoria Histórica estigmatizó a la derecha española y revivió los fantasmas del pasado. Sin embargo, los enfrentamientos se han recrudecido durante los últimos años por la entrada en los parlamentos de partidos de corte populista y extremistas. Los partidos de centro izquierda y centro derecha se han visto obligados ha radicalizar sus discursos, a señalar enemigos y proponer medidas “populares”. Si no lo hacen, pueden perder votantes y quedarse sin lo que les da de comer. Marketing, puro marketing. Además, los partidos están dominados por una nueva generación de políticos. Una generación de políticos de carnet que a diferencia de sus predecesores, que vivieron la instauración de la democracia durante su juventud, han sido criados en este ambiente tóxico y crispado. Los portavoces de los partidos ya no son personas moderadas con facilidad para tender puentes con el resto de fuerzas. Ahora se escoge al que más grita, insulta y machaca al rival. ¿Qué podemos esperar del futuro de España si está en manos de gente cuya mejor habilidad es enfrentar a unos con otros? La autodestrucción.

En definitiva, urge un cambio político en España para garantizar nuestro futuro como país. Parece ser que el “nuevo” Ciudadanos lo está intentando. Es una apuesta arriesgada y valiente que puede cambiar el juego, aunque no tiene pinta de que vaya a ser así. Debemos tener claro que nuestra clase política no trabajará codo con codo si nosotros, los ciudadanos, no rechazamos los discursos que dominan la política a día de hoy. A corto plazo, las estrategias de marketing de los partidos parecen estar bien definidas; enfrentamiento, dureza y división entre buenos (los míos) y malos (los otros); Nosotros, podemos evitarlo porque la pelota está en nuestro tejado. Intentémoslo y luchemos por un país con futuro.

¿Qué es Ciudadano Cero?

Antes de marcharme me gustaría explicar brevemente quiénes somos. Ciudadano Cero es un programa de debate político y actualidad que se emite en Loupod, una red de podcasts. Hemos acordado una colaboración con PoliticAhora, por la cual escribiremos artículos en este blog de forma periódica. Además, animamos a todos los lectores a que escuchen Ciudadano Cero y el resto de programas de Loupod. Cualquier interesado en colaborar con nosotros o en recibir más información puede contactarnos a través del siguiente correo: .

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