Ajedrecistas

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Los bandos de Pedro Sánchez —los de la abstención y el no— han detonado en Ferraz. Toda España sabe que el PSOE está, en estos momentos, zurciendo su P, su S, su O y su E. Los medios de comunicación han aplazado los combates entre “moderados” y “populistas” de Podemos, la situación de Siria, los millones de españoles en paro… Toda España quedó silenciada. A España le dolía el PSOE. Incluso algunos se preguntaban entre letanías si correrían la misma suerte que el exangüe PASOK.

Acto seguido se produjo el incendio, los otros partidos políticos avivaron las llamas, disfrazados de bomberos. Las balas silbaban en los oídos de los socialistas. Debates en televisiones y en bares cuya diana era el PSOE. Y Pablo Iglesias Turrión, intento de descendiente de Pablo Iglesias Posse, alzó la voz contra el partido de la rosa. “Si apoyan a Rajoy, en las comunidades autónomas, el PSOE perderá el apoyo de Podemos”. Los subordinados de Iglesias no tardaron en abrir fuego. En la capital de los visigóticos, Toledo, los morados se enfrentaron a García Page, haciéndole perder su apoyo.

“No somos peones”, replicaba Rita Mestre. —Ni Pita ni Pitita: Rita—. La sombra de “la” García Page en el consistorio matritense defendía la poltrona conquistada con apoyo socialista. Y Errejón ahondaba: “Hay que distinguir entre lo autonómico y lo nacional”. Anteriormente, el secretario político de Podemos había compartido su inquietud por “el repliegue conservador del PSOE”.

La nueva política venía a romper los moldes políticos preexistentes. La devoción a los partidos debía quedar desterrada. Las candidaturas locales son diferentes a las autonómicas, y éstas son distintas a las nacionales, pese a  que las tres listas sean encabezadas por las mismas siglas —o sus marcas blancas—. Cuando sepamos separar las tres dimensiones políticas y administrativas, habremos dado un gran salto. Y este deseo se manifiesta en una entrevista al alcalde de una localidad en la que le interpelen por su gestión, y no por la de otros compañeros en otros estadios.

Sin embargo, España sigue siendo un ajedrez. Prueba de ello es que la campaña electoral comenzó en mayo de 2014, y ha atravesado unas elecciones europeas, autonómicas, locales y unas generales repetidas. Los gobiernos locales no son peones que custodien a los reyes, postulantes a la Moncloa. Los diputados nacionales darán cuenta de sus gestiones; y los ediles y diputados autonómicos de sus labores, y no de las de nadie más, por muchos minutos televisivos que ocupen.

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