Se suman nuevas complicaciones al ejecutivo de Alexis Tsipras, el cual está sufriendo una gran travesía por el desierto. Y es que el país heleno presenta una fuerte huelga debido a sus planes en lo que a política de pensiones se refiere.

Por resumir la cuestión, nos limitaremos a reseñar algunos de los nudos gordianos que toca la política. Lo que ahora es proyecto de ley persigue la homogeneidad de cotizaciones al Sistema Público de Seguridad Social entre autónomos y agricultores y asalariados en general, disparándose hasta más de la cuarta parte del salario bruto, un  26,95% exactamente.  Siendo necesario establecer aquí la nivelación por tramos, es decir, para autónomos cuyos ingresos percibidos no superen la barrera de los 20.000 euros las cotizaciones podrán verse reducidas, pero si superan la citada cantidad, los aumentos oscilarán entre el 5% y el 300%, todo ello dependiendo de la base imponible sobre la que se realice el cálculo.

Todo ello viene influenciado por la pérdida de soberanía que vienen sufriendo los Estados dentro de un “nuevo paradigma” de gobernanza financiera, donde los mercados y las instituciones supranacionales, tales como la Unión Europea, tienen la “sartén por el mango”. Recordemos que existen cuatro importantes acreedores bajo los que un ejecutivo nacional poco puede hacer, Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Mecanismo Europeo de Estabilidad.

Frente a esos “cuatro fantásticos”, Grecia se comprometió al ahorro del 1% de su Producto Interior Bruto, lo que en cifras se encuentra en torno a 1.800 millones de euros. En resumen, los Estados ya no es que no posean el leitmotiv en cuestión económica, el anillo por el que Gollum mató a todo ser viviente en el “Señor de los Anillos”, “!mi tesoro!, la política monetaria, cuya soberanía reside íntegramente en el Banco Central Europeo, sino que su margen de actuación en política fiscal se halla muy condicionado a esos acreedores que constantemente te están evaluando, “Los Hombres de Negro” disfrazados de Will Smith y Tommy Lee Jones bajo la dirección de la señora Lagarde.

Y en España, ¿qué? Pues bien, hace años se viene demostrando la inviabilidad económica de nuestro Sistema Público de Pensiones, atrás queda el “Pacto de Toledo”, del que hablaré en profundidad en posteriores artículos.

Partiendo de una simple explicación, nuestro sistema de pensiones se basa en el reparto, cuyo “ingrediente” principal es la solidaridad intergeneracional. Es decir, los cotizantes actuales, las personas que a día de hoy están desarrollando una actividad económica remunerada, pagan las pensiones de nuestros mayores. Pero este sistema tiene dos importantes inconvenientes: depende en gran medida de las oscilaciones que surjan en torno a factores demográficos y, como es obvio, al mercado laboral.

Desde la primera óptica, la demográfica, el siguiente gráfico es esclarecedor:

 

grafico 1

Así, se observa el envejecimiento sin precedentes de la población. Veamos el siguiente punto, el mercado laboral:

evoolucion epa

Hemos tomado aquí datos en los que el paro era “cuestión de Estado”, obviamente en este aspecto debemos ser positivos y verlo desde un prisma donde las cifras se están reduciendo.

Todo ello nos lleva a que cada vez menos trabajadores, sostienen a más pensionistas, consecuencias de los dos factores comentados:

menos trabajadores

El resultado es el que ya he mencionado, el sistema es insostenible, no hay más que ver como se ha necesitado acudir al “salvavidas” de la hucha de las pensiones, la cual se ha quedado prácticamente seca desde 2012. Ante tal situación, el ejecutivo de Mariano Rajoy está introduciendo un factor de sostenibilidad en nuestro sistema en torno a puntos como edad de jubilación, años de cotización, pensión inicial.

Sin embargo, parece que lo que se nos quiere imponer desde fuera, es la opción de los planes de pensiones privados, en países como Holanda es de naturaleza obligatoria poseer uno, posición clara de la OCDE.

La alternativa la presentaba Pedro Sánchez en su programa electoral, un impuesto destinado íntegramente a la financiación del sistema. Mi conclusión descansa en que debemos dejar respirar a los ciudadanos, más presión fiscal mataría esos ciertos “brotes verdes” que vemos en el consumo de las familias.

¡No cortemos las alas al ave fénix que resurge de sus cenizas!