El PSOE con los resultados del 20-D ya no es hegemónico en la izquierda, ni en el centro-izquierda, ya que sus sectores aliados ya no lo son tanto. La cosa parece clara, la ciudadanía les ha dado un gran tirón de orejas. El Partido Socialista ha pretendido hacerse fuerte en su posición de partido garante del statu quo con un menaje centralista, pero federalista y que defiende a ultranza que la soberanía es de la nación, aunque su postura es como poco peculiar.

El PSOE ni tan siquiera sabe si será Pedro Sánchez el secretario general del partido después del Congreso de febrero, pese a que muchos en esa formación afirman que se repetirán las elecciones. ¿Quieren una segunda vuelta?, ¿lo habrán pensado bien? Parecen condenarse a unos nuevos comicios y a un ‘sorpasso’, que muchos dan por hecho.

Sánchez llegó a la secretaría general del PSOE gracias al apoyo de Susana Díaz. Ahora ya no cuenta con ese apoyo, pero tampoco con el de García Page, Fernández Vara o Ximo Puig, pesos pesados de esta formación. Así las cosas los socialistas han empezado la guerra de sucesión de Sánchez sin declaración oficial como si no pasase nada. A este respecto, Jorge Bustos escribía en el diario El mundo hace pocas fechas que “el PSOE ha aguantado el tipo gracias a la marca de partido y no al talento de su líder del que carece”.

La partida de póker ya está en marcha. El PSOE reparte las cartas, aunque sus bazas son a cada cual más perjudicial para sus intereses. Ninguna de las opciones que el PSOE ha de elegir le es favorable, todas le restan capacidad de marcar la agenda política y mediática, algo fundamental en política. Está obligado a llevar la iniciativa, es la segunda fuerza política después del 20-D, aunque en este caso tener la iniciativa no le traerá ninguna ventaja. Esta capacidad de decidir del PSOE es una condena. Las posibilidades son permitir un Gobierno del PP, ya sea personificado en Rajoy o en otro posible candidato, intentar formar una alternativa con PODEMOS, IU-UP y la abstención de algún que otro partido nacionalista o independentista como ERC o PNV o en cambio votar no a un Gobierno del PP y negar así la posibilidad de liderar la alternativa al PP. Si escogen la 1ª opción renunciarían a la izquierda y defraudaría a su electorado. Si decide formar una alternativa con el partido morado y otras fuerzas políticas apoyarían al frente de un Gobierno atado de pies manos, que dependería de varias fuerzas políticas para sacar adelante las medidas de su Gobierno. La peor decisión, a nuestro entender, sería abstenerse en la sesión de investidura, tomaría la decisión de no decidir y haría Presidente a Mariano Rajoy. Estaría ‘fuera de juego’; no sería ni Gobierno, ni oposición. Aunque a nuestro entender haga lo que haga saldrá muy perjudicado después de sus pésimos resultados.

Podemos se ha quedado muy cerca del PSOE, ha superado el discurso de los partidos tradicionales. Quizá una de las razones de su éxito sea que se trata más de un movimiento político, que de un partido político. Frente a ello, ha logrado hacer de su discurso su mejor arma, en el que muestra una ciudadanía asfixiada por los expolios de las elites políticas y económicas, y “harta de estar harta”, como exponía Íñigo Errejón en la noche electoral. Ganó a Ciudadanos, su rival del eje viejo/nuevo, y compitió en el eje izquierda/derecha con el PSOE. La remontada y su campaña electoral estamos seguros de que se estudiará en las facultades de Ciencias Políticas.

El juego de la silla ya está en marcha y Pedro tiene casi todas las papeletas del juego para perder su posición como secretario general de la formación de la rosa. Nuca habíamos visto a un líder tan débil al frente de una formación política, ni tan siquiera Josep Borrell que antes de empezar la partida dejó de jugar. Pedro Sánchez, nuestro John Boy, está ante el abismo, su carrera política en primera línea puede terminar incluso antes de empezar. Estamos ante la ‘’pasokización’’ del PSOE, o tan solo el ‘’sorpasso’’ de Podemos, es una de las dudas que nos plantea el posible adelanto electoral.

Tras las elecciones, toda la atención está puesta en la aritmética de los acuerdos para formar gobierno. Habrá que esperar, ya que aunque no haya adelanto electoral inmediato, y se produzca de esta forma la gran coalición entre los dos grandes partidos más Ciudadanos o aunque el pacto sea entre las fuerzas de izquierda el desenlace no será inmediato.  Es cuestión de tiempo conocer el destino de Pedro Sánchez, del PSOE y saber si se repiten las elecciones. Tomáoslo con calma. “Paso corto, mirada larga”, quizá sea la frase que más me ha gustado de este curso político. La ha utilizado de forma recurrente el número dos de la formación morada, Íñigo Errejón. Es imposible expresarlo mejor. Queda poco tiempo de PP en nuestro país, los tiempos se le presentan oscuros al PSOE, el cambio está ya en marcha y como decimos en mi tierra: “o cambio non hai quen o pare”.