Estamos ante un contexto complicado y lleno de incertidumbre dados los resultados electorales del 20D. Complicados no por la naturaleza de los mismos sino por una situación inaudita en nuestro sistema político. Situación natural de lo que debe ser habitual en democracia: diálogos y pactos. No obstante, la ley de hierro de la oligarquía ha brotado de nuevo y de ella no escapa ni la nueva ni la vieja cultura política.

El Presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy Brey, es el que tiene la situación más complicada. El todavía presidente del ejecutivo se juega más que su continuidad en la Moncloa, se juega también el final de su carrera política sin salir por la puerta de atrás.

Al centro derecha reformista no les llega con el apoyo de Ciudadanos. Los populares se ven avocados a buscar la alianza de los socialistas para que Mariano Rajoy continúe presidiendo el gobierno. Pero parece que es una mano que el PSOE de Pedro Sánchez  no está decidido a tender.

El PSOE se encuentra en una encrucijada. Compleja, llena de oportunidades aunque no exenta de riesgos. Los de Pedro Sánchez se juegan continuar como la referencia de la izquierda en todo el Estado español y esto pasa la configuración de un gobierno alternativo al del Partido Popular.

Pedro Sánchez y el PSOE tendrá que lidiar contra las embestidas de Pablo Iglesias, quien buscará desestabilizar y presionar a los socialistas en una guerra mediática que ya ha empezado. El PSOE no se puede permitir una alianza con los populares sin desgastarse ante un pujante Podemos, pero tampoco puede ceder ante las líneas rojas de Pablo Iglesias. Pedro Sánchez y su ejecutiva deben marcar los tiempos con prudencia, sensatez y claridad. Establecer los temas de la agenda e intentar arrinconar a Podemos para lograr la investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. Sólo así el Partido Socialista puede salir airoso y fortalecido después de las elecciones generales del 20D. Unas nuevas elecciones generales puede colocar al PSOE como tercera fuerza.

Podemos tiene poco que perder y mucho que ganar. Su objetivo es conseguir la hegemonía de la izquierda emulando al PSOE de Felipe González de los años 80, para ello es necesario que no se forme un gobierno alternativo al del PP y que se convoquen nuevas elecciones generales de nuevo.

Ciudadanos se ha quedado fuera de juego tras el 20D. Los de Albert Rivera buscan un protagonismo que le han denegado los electores en las urnas. Esto explica las diversas contradicciones en las declaraciones del partido naranja.

Si durante la campaña electoral Albert Rivera manifestaba que nunca apoyaría a un gobierno de Rajoy o Sánchez no tardó ni una semana en anunciar que solo investiría al partido más votado y que no entraría en un pacto de gobierno denominado «de perdedores». A día de hoy, Rivera saca a la luz una nueva propuesta que contempla un pacto de gobierno entre PP, PSOE y C´S con el objetivo de excluir a Podemos.