Estas elecciones no son cosa de tres. Por muchas “encuestas” que no lo señalen, siguiendo criterios de elaboración de la muestra de entrevistados más que cuestionable, Podemos tiene opciones reales de competir por la segunda plaza con el PSOE y Ciudadanos entendeos que podría ser la gran decepción. En este artículo me propongo demostrarlo.

Antes de nada, me gustaría aclarar que estas elecciones se ganarán en Cuenca, Guadalajara o La Rioja debido a la infrarrepresentación en escaños de las provincias de mayor tamaño y a la sobrerrepresentación de las de menor tamaño.

En primer lugar vamos a analizar las posibilidades de ganar las generales del candidato Pedro Sánchez, el “John Boy” del PSOE, el líder anhelado ya que no tenía pasado político destacable y fue bendecido por Susana Díaz y Felipe González. Todo indica que el 20 de diciembre va a cosechar el peor resultado de su historia. Se avecina una auténtica catástrofe para el PSOE, solo la federación andaluza mantiene el tipo. En algunas de las Comunidades en las que mejores resultados cosechaban todo indica que serán tercera o cuarta fuerza política. Para muestra lo que se les avecina en Galicia, Catalunya y la Comunidad Valenciana, en donde se verá superado por las coaliciones electorales de Podemos.

Se las prometían muy felices los socialistas cuando nombraron secretario general a Pedro Sánchez, todo fueron alabanzas, decían que el PSOE apostaba por la renovación, como ya lo había antes con Rodríguez Zapatero. No han tenido en cuenta que este país ya no es el que era. El hombre de paja de Felipe González, Susana Díaz y Rubalcaba no acaba de arrancar, le falta peso y le sobra porte.

Las encuestas señalan que el partido liderado por Iglesias será la cuarta fuerza política. El CIS también entiende que Podemos estará por detrás del PSOE, de Ciudadanos y del PP, del que pronostican que saldrá vencedor el 20-D, aunque deja claro que en intención de voto directa con un 11,8% la formación morada estaría por delante de la formación de Rivera (11,6%). Es más, si tenemos en cuenta la simpatía, la volatilidad electoral y el porcentaje de indecisos nos daremos cuenta que las encuestas, se podrían equivocar, una vez más, y después del 20-D comenzará un cambio sin precedentes.

Entendemos que rebrotará el denominado síndrome de Toc­queville, que siguiendo el análisis del profesor de Ciencia Política Fernando Vallespín en un artículo en el periódico El País, se traducirá en que si las élites son inaccesibles por incapaces de adecuarse a los deseos ciudadanos, nos preguntaremos si esto ha de seguir así. En ese punto estamos.

Desde el 15-M se ha hecho evidente que la opinión pública no es lo mismo que la opinión publicada. La separación entre ambos se evidenció cuando las encuestas señalaron que el 81% de los ciudadanos valoraban que los “indignados” del 15-M teníamos razón en nuestros posicionamientos, mientras que los medios de comunicación transmitian su recelo hacia este movimiento.

Todo ha cambiado muy rápido desde mayo de 2011. Este país es irreconocible. El 15-M es lo mejor que nos ha pasado y gracias a l@s que salimos a las plazas del país con el fin de recuperar nuestra democracia, ahora, estamos a punto de lograrlo.