Los candidatos de los cuatro partidos que según todas las encuestas optan con mayor claridad a ocupar la Moncloa y tendrán la llave para formar gobierno estable tras las próximas elecciones generales el 20-D, se enfrentaron en un debate múltiple cara a cara en Atresmedia donde el presidente Mariano Rajoy volvió a estar ausente.

A diferencia de lo que ocurrió en el anterior debate organizado por el diario El País, el atril correspondiente al PP no se quedó vacío y en esta ocasión la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ocupó el lugar que le hubiera correspondido al líder del partido del Gobierno.

El autopromocionado “debate decisivo” confirmó la incertidumbre electoral que comparten los cuatro partidos invitados, en un país donde la tradición de las formaciones por litigar confrontando ideas y propuestas en escenario público ha sido prácticamente nula —tan solo siete debates electorales en cuarenta años—.
Las referencias constantes a la evasión de Mariano Rajoy hicieron omnipresente al líder del Ejecutivo y los comentarios intencionados sobres su retiro en Doñana sobrevolaron la contienda dialéctica.

Las previsiones que arrojan las encuestas y especialmente el último barómetro del CIS sobre intención de voto, marcaron el ritmo del primer bloque. El líder del PSOE Pedro Sánchez, arrancó con un discurso bipartidista en el que se presentó como la única opción contra Rajoy, subestimando las opciones de Podemos y relacionando a Ciudadanos con el PP.

El presidente de Ciudadanos Albert Rivera, se desmarcó de cualquier pacto con PP o PSOE para formar gobierno, calificándolos de “vieja política”. Por su parte, el cabeza de lista de Podemos Pablo Iglesias, apeló al espíritu de remontada en las urnas y la vicepresidenta, además de repetir el mantra de la recuperación económica y la creación de empleo, justificó la huida de Rajoy alegando que “el PP es un equipo”.

El apartado en el que se dirimieron economía y Estado del bienestar fue el más extenso y encarnizado. Con un argumentario monolítico sobre la herencia recibida y en defensa de la reforma laboral impulsada por su partido, Sáenz de Santamaría palió su falta de propuestas recalcando la mejora de la economía y el descenso del paro durante esta legislatura. Frente a las frases manidas que nutren la estrategia comunicativa del Partido Popular, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez coincidieron en remarcar la precariedad y la temporalidad del mercado de trabajo y ambos respondieron aportando iniciativas. El número uno de Podemos prometió incentivos fiscales derivados de la contratación, apuntó que “el problema no es el mercado de trabajo sino crear empleo” e instó a un cambio de modelo productivo.

El secretario general de los socialistas se comprometió a aumentar las plazas en formación profesional, facilitar el flujo de crédito hacia las PYMES y los particulares y derogar “entera” la reforma laboral.

En su turno, Albert Rivera culpó a “los que han gobernado España” de los problemas que padece el trabajo en nuestro país y anunció las mismas tres medidas que ya dio a conocer en el debate del diario El País; la reforma del régimen de autónomos, la implantación del contrato único y un complemento salarial para los salarios más bajos.

El debate, pese a reflejar cuatro opciones políticas distintas, también dejó espacio para la confluencia de propuestas —sobre todo entre PSOE, Podemos y Ciudadanos—. Los candidatos de los tres partidos que se enfrentaban a la representante del Gobierno, aportaron el mismo punto de vista en materia de impuestos, donde triunfó la voluntad de bajarlos, en educación, donde lo hizo la negociación de un pacto de Estado consensuado y corrupción; asunto en el que imperaron las acusaciones al PP de tolerancia y pasividad para combatirla.

En todos estos asuntos la vicepresidenta se limitó a revisar las reformas que han materializado los populares, reprochar a los socialistas sus irregularidades y repetir una vez más su discurso triunfalista.

Cataluña y la cuestión independentista supuso un trance delicado. El deseo de las cuatro fuerzas para que este territorio siga formando parte del conjunto de España fue firme, pero las discrepancias acerca de cómo se debe llevar a cabo el encaje de la autonomía dentro del Estado quedaron patentes de inmediato. “La unidad de España” sin ambages sostenida por PP y Ciudadanos dista del planteamiento de un Estado federal amparado por el PSOE. Podemos en cambio opta por reconocer a los catalanes el derecho a decidir aunque se inclina por una Cataluña dentro de España donde se le reconozcan sus peculiaridades.

La cuarta sección estuvo compuesta por una pregunta de cierre a la que debía contestar cada candidato y la temática versó sobre la intervención militar en Siria. En este apartado los representantes de cada partido escenificaron las posturas adquiridas en la firma del pacto antiterrorista dos semanas antes.

Por último, a cada aspirante se le otorgó un minuto para que lanzase su mensaje de campaña de cara a la votación. Pedro Sánchez, que habló en primer lugar, recuperó la diatriba del inicio y tras loar los logros socialistas volvió a definirse como la única alternativa al actual presidente. Sáenz de Santamaría tampoco abandonó la fórmula que utilizó durante todo el debate y de nuevo disertó sobre recuperación y empleo. Albert Rivera se limitó a animar a la participación en las urnas y Pablo Iglesias pidió en su alegato final memoria y sonreír ante la adversidad.