¡Pedro Sánchez, que has resucitado al PSOE y te has posicionado como jefe de la oposición, serás Presidente! Cuando el PSOE parecía muerto, acabado, tenía pinta ya de PASOK, sacaron de su escaño a Pedro Sánchez y, aunque le costó horrores, comenzó a reflotar a su partido. Todo el mérito para el equipo de Pedro que le ha hecho recuperar el pulso a su partido. No ilusiona, pero genera confianza. Es lo que se espera de uno pilares del régimen del 78.

Después de que “#PdrSnchez” fuese elegido secretario general del PSOE, tan solo un mes después del nacimiento de Podemos, y de que el Presidente del Banco Sabadell hubiese pedido en un acto público que había que inventar un Podemos de derechas, emergió Ciudadanos. Ese actor político solicitado por el Presidente de este banco ya estaba inventado, solo había que adaptarlo al nuevo escenario político. Era Ciudadanos, el elegido; el plan C por si el PSOE fallaba y no lograba ser el principal rival del PP. Y de este modo, Ciudadanos se convirtió en unos meses en otro pilar de nuestro sistema político.

Tiene mérito, es indiscutible. Esta formación que en un principio se había planteado como un partido catalán ha logrado ser visto como alternativa al PP y al PSOE. Es ya el partido liberal relevante que nunca había existido en España. En nuestra opinión, Rivera simboliza la Restauración, la reformulación del gran pacto del 78, al modo de UCD, y el contexto en el que ha emergido les ha regalado ya un nuevo Rey, tal y como había sucedido en noviembre del 75, justo antes de que UCD, de la mano de Adolfo Suárez, dirigiese el Gobierno de la Nación. Esta son las aspiraciones de esta organización política, veremos hasta dónde puede llegar.

 En las elecciones del 20-D parece claro que Pedro Sánchez y Albert Rivera son los candidatos del “establishment”, dos de los pilares y parte del sustento de nuestro sistema político que se les venía abajo. Los poderes fácticos ya tienen tres candidatos; no les bastaba con los dos de siempre. Contra estas formaciones se postula Podemos, que pretende combatir el vaciamiento de la democracia, su secuestro por parte de las élites político-financieras y esta situación en la que “unas minorías privilegiadas se han situado por encima del Estado de Derecho”, tal y como explicaba Íñigo Errejón recientemente en una entrevista en televisión. Por tanto Podemos es un movimiento reaccionario, de reacción ante una situación en la que estaban en peligro derechos básicos del Estado de Bienestar como la educación y la sanidad.

 El sondeo de Octubre de Metroscopia para El País muestra un empate entre PSOE y PP. El tercer partido sería Ciudadanos con un 21.5 % de los votos y el cuarto Podemos que cosecha una pérdida de apoyo considerable. El partido liderado por Albert Rivera ha intercambiado posiciones con Podemos. Este sondeo nos muestra una destacada volatilidad electoral y una mayor movilización que en anteriores estudios. Según las proyecciones de JM&A para Público desde las generales de 2008 el  PP+PSOE perderá el control de 103 escaños en el Congreso de las generales. Será el punto final de una era política en España.

 Y es que estos sondeos nos dejan claro que ya no hay vuelta atrás. El cambio político ha llegado para quedarse. Llegó desde el imaginario colectivo a las calles con el 15-M y ya se hizo imparable. Podemos recogió aquel grito de la ciudadanía y lo expuso en los medios de comunicación, realizando una impugnación del sistema, un grito desesperado: “No nos representan”. Ahora, ya desde las instituciones y a las puertas de las generales aspiramos a todo, lo queremos todo. En nuestros días vivimos la lenta descomposición del régimen del 78, o cuando menos la reformulación y la impugnación del mismo por parte de los nuevos actores que no hacen más que plantear aquello que reivindicó el 15-M: “más democracia”. El 15M, en la primavera de 2011, fue el catalizador de las insatisfacciones de la ciudadanía con un sistema político heredado de sus padres y que no era suficiente para dar respuesta a los problemas de este siglo. Lo viejo ha de renovarse o morir. La política ya no será más cosa de dos, ni las ruedas de prensa del Presidente del Gobierno a través de un plasma. Es el fin del bipartidismo y de la inexistente pluralidad ideológica entre las grandes formaciones, aspirantes a gobernar nuestro país.

Quizá, estamos ante la oportunidad de cambio más importante de nuestra historia reciente. Como decíamos el 15-M nos enseñó no solo que se podían cambiar las cosas, sino que había una gran parte de la población ya muy harta de las formaciones tradiciones y de sus malas artes al frente de las instituciones políticas. Estamos ante la ventana de oportunidad de cambio más profundo en España desde el año 82, cuando el cambio lo encarnaba Felipe González y muchos expertos historiadores y politólogos entienden que finalizó la Transición que alumbraba nuestro sistema político, el Régimen del 78.

 


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