La polvareda que desprende el 27S ha nublado los asuntos más cercanos, cosa grave. El foco mediático concentra a los andaluces en una hipotética e improvabilísima secesión de Cataluña mientras nos aleja de asuntos domésticos, en mi opinión, más urgenetes. No digo con esto que me traiga sin cuidado las elecciones catalanas. Un poco sí: el resultado no cambiará nada, al contrario, alargará la pelotera diez, quizá más años. Un trile a la catalanista, made in CDC. Al final, la cocina por barrer. Peor. Tan atentos a aquéllo, dejamos la tarea por hacer en casa, y eso no deberíamos tolerarlo.

Regreso a Andalucía. Tras mucha alharaca por cuál asiento corresponde a quién, nuestros representantes autonómicos ya han conformado -¡por fin!- la comisión de investigación por el caso de los cursos de formación, o caso Edu. Mejor dicho, el PSOE-A ha vuelto a aventajar a la oposición –tantísimos años al timón, algo enseñan. Los socialistas pactaron con C’s la conformación del futuro comité; un quid pro quo donde ambos ganan. Los naranjitos sacan adelante su iniciativa, además de agenciarse la presidencia, que recae en el onubense Julio Díaz Robledo. Susana Díaz mantiene la estabilidad, si no la incrementa. A la par, asume el control de una comisión que va a poner en tela de juicio el modelo socio-laboral que su partido viene implementando en las últimas décadas –o a eso aspira. Un trile buenísimo.

El leitmotiv del acuerdo de investidura sigue activo. Los adalides de la regeneración (C’s) higienizan las instituciones sin ruptura, al contrario que la nueva –y catastrófica- izquierda, Podemos. Sin embargo, está por ver si la presidente declarará. Porque, objetivamente, debiera comparecer, en tanto que como consejera de Presidencia y secretaria de Organización del PSOE-A firmó convenios con UGT para impartir dichos cursos. Pero también se ve salpicado el propio marido de Díaz, José María Moriche, quien trabajó para un think tank de la central sindical, precisamente como docente para, al menos, uno de los programas presuntamente fraudulentos. C’s consolida su imagen bautismal de la política española; PSOE-A consiguen que, de Despeñaperros para abajo, todo siga bien atado. Buenísimo no, inmejorable.

Pero hay más. La iniciativa del PP-A, casi idéntica a la propuesta por C’s, se ha quedado en la estacada. La acometida popular abundaba en la idea de que el futuro comité convocara sin contemplaciones a la jefa del ejecutivo. Como fuera que los socialistas la sortearon, los populares quedan inhabilitados de nuevo, relegados a mera fuerza frustrada, una casilla de la que nunca salen. Mario Jiménez, portavoz del grupo parlamentario socialista, lo tiene claro: si los de Moreno Bonilla arman escándalo, les contesta con la trílladísima fórmula mágica del “y tú más”. Por su lado, Podemos e IU, casi indistinguibles, se aturullaron con el tema, decantándose por la propuesta agresiva del PP-A frente a la complaciente de C’s. En lugar de presentar una propia –por otra parte, sin espectativas de prosperar-, preferieron la pinza, que tampoco terminaría triunfando –52 síes estaban abocados a perder ante 55 noes. Susana Díaz ha inmovilizado de este modo a sus adversarios tanto a izquierda como a derecha, aupada por los liberal-radicales que, de momento, muestran objeciones muy suaves. ¿He dicho inmejorable? ¡Es perfecto!

El trile aún no ha acabado. Por lo pronto, habrá que esperar a octubre, cuando comience a funcionar la famosa comisión. Personalmente soy escéptico. El comité anterior, orquestado por IU, en aquella ocasión referente al caso de los ERE, llegó a traer a Griñán y a Cháves, movilizó cielo y tierra, fue cabecera en todos los telediarios. Luego, un acuerdo entre PSOE y PP bloqueó la tramitación parlamentaria de sus dictámites. Esta vez, todo suena a que las sesiones se celebrarán sin bombo ni platillo, acalladas por las elecciones generales, como ha ocurrido con las catalanas. Los defraudados, en cualquier caso, seguimos siendo los mismos.

 


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