Un día después de celebrar los extremeños nuestra fiesta regional, muchos no nos dormimos sin percatarnos de una noticia impactante en el contexto político español actual: la decisión de entrar en política adoptada por «el pequeño Nicolás».

Ilusionarnos de nuevo por la política, indignarnos o reírnos. ¿Cuál sería la reacción a estimar más oportuna?

En primer lugar, quisiera evaluar su planteamiento de irrupción. Yo lo considero bastante inteligente, una estrategia que nada tiene que envidiar a las del origen de Podemos. Es pues, la mayoría de la sociedad española, indignada con la clase política, también se queja del despilfarro y reclama menos políticos. Críticas que pueden conllevar la supresión de entes innecesarios. Por ello, ha acertado Francisco Nicolás.

El bicameralismo no es un sistema ineficiente, ya que, verbigracia, en los países anglosajones, funciona óptimamente. Empero, en España, resulta ineficiente no solo por que con la Cámara Baja sea suficiente, sino porque cada Comunidad Autónoma tiene su propia cámara parlamentaria. Solo beneficia a la clase política, algo en lo que coincido con Nicolás, quien sin escasez de razón sostiene lo siguiente: «Dicen que aquello es un cementerio de elefantes, pero no son elefantes, son zombis políticos. Todos los partidos prometen reformar el Senado pero cuando llegan nadie lo hace. Yo voy a ser el ejemplo de que se puede acabar con esto. Quiero ser el caballo de Troya, para suprimirlo desde dentro».

Adicionalmente, promete que donará todas sus subvenciones y que actuará como un cazatalentos a la hora de configurar su equipo. Incluso propone algo que yo he propuesto desde siempre: que los partidos incluyan candidatos que tengan candidatura universitaria (el propone que estos conformen un mínimo de un 80%). Pero él quiere matizar, proponiendo el requisito de un master universitario en gestión pública (el quid de la cuestión sería saber aplicar la teoría a la práctica). Quiere que los partidos políticos funcionen como empresas, algo idóneo, que no dista de la, por mi parte, aceptable idea de que todos tengan experiencia en la empresa privada.

En segundo lugar, habría que tener en cuenta que, no es, en absoluto, ético que una persona con cargos criminales como revelación de secretos, falsificación documental, estafa, usurpación de funciones públicas y estado civil, cohecho, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias, aspire a ostentar un cargo público, por muy buenas intenciones que se quiera proponer para lograr, en este caso, su acta de senador. En otros países, los políticos que cometen errores, dimiten automáticamente, sin esperar a un cúmulo de críticas mediáticas.

En tercer lugar, quisiera hacer comentarios sobre su ideología político. Aunque no quiera presentarse bajo el eje izquierdas-derechas, está claro que, salvo que haya experimentado un cambio ideológico, algo que suele ser meditado en cierto modo, pues seguirá inspirado en principios de centro-derecha así como comprometido con la unidad nacional. De alguien que siempre ha apoyado a una formación como el Partido Popula (PP), no vamos a suponer, en principio, virajes a la izquierda.

Antes de terminar, creo que debo responder al interrogante de la intención de voto. En las elecciones generales, mi voto va a ir, a pesar del descontento, al PP, ya que quiero evitar que la izquierda, sobre todo la radical, alcancen el poder. Si ganare Podemos, nuestra estabilidad así como nuestra libertad y prosperidad estarían en peligro, a pesar de no habernos garantizado los sucesivos gobiernos socialistas un buen nivel de libertad económica.

Pero, para el Senado, no me importaría dar mi voto a la candidatura independiente de Nicolás, no solo como voto de reivindicación, que de multiplicarse dando como producto altas cifras, podría inducir a nuestros políticos a repensar la configuración del actual sistema bicameral. Pero no solo por eso, sino por que, a pesar de los puntos en contra, hablamos de una personalidad con buenos dotes de comunicación y quizá más aparente que muchos profesionales políticos de la actualidad.

En conclusión, he de decir que no seré reacio a apoyar este proyecto político (aunque prefiriese yo a Aguirre), que con altas probabilidades, se sustentará en principios de centro-derecha. Preferibles son apuestas nuevas de este tipo antes que apuestas antisistema y de la izquierda radical. Luego, quizá fuese, a largo plazo, un buen presidenciable.

 


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