Debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de los grandes partidos (II)

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[dropcap]C[/dropcap]ontinuando dónde lo había dejado en la primera entrega de este artículo, a lo largo de las siguientes líneas pasaré al análisis de las fortalezas y oportunidades, las debilidades y amenazas de las otras fuerzas. Dividíamos las seis principales formaciones políticas a nivel nacional en tres parejas. En primer lugar y como representantes del sistema bipartidista aún vigente, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE). Luego, las dos grandes formaciones emergentes que han venido a disputarles la supremacía, al menos en lo que a sondeos y demás demoscopia electoral se refiere: Podemos y Ciudadanos. Por último, otras dos fuerzas alternativas pero minoritarias, además de con cierto recorrido político, estas son, Izquierda Unida (IU) y Unión Progreso y Democracia (UPyD). Queriendo profundizar más caso por caso, si bien la anterior semana dedicaba una entrega al análisis de tres formaciones, a partir de ahora lo haré a razón de un nuevo artículo por formación. Siendo ahora el turno de Ciudadanos, y los dos próximos, IU y UPyD.

Nos centraremos enn primer término en lass debilidades y amenazas para Ciudadanos de cara a los comicios locales y autonómicos de este mismo mes, toda vez que sin perder de vista las elecciones generales anunciadas para finales de año. Uno de los problemas recurrentes a la hora de criticar a la formación naranja no es otro que su escasa, a la par que poco formada, estructura de partido. Lo cierto es que más allá de sus orígenes en Cataluña, donde obtuvieron tres diputados en 2006 y 2009, para incrementar la representación hasta nueve escaños ya en 2012, su experiencia legislativa es casi inexistente. El cambio de escala que supone la intención de presentarse en los niveles locales y autonómicos supone todo un reto, comenzando por su irrupción en la cámara andaluza.

Por lo de pronto, la mayoría de sus delegaciones tienen un recorrido que no va más allá de unos pocos meses. Una decidida apuesta para los de Albert Rivera asumida tras el reciente salto a la esfera nacional que entraña el riesgo del descontrol en muchas de las listas que se han ido confeccionando. Problema este último que se ha agravado tras el desplome de UPyD durante las últimas semanas, con el consecuente aluvión de trásfugas. Esto sin olvidar tampoco el riesgo que entraña la posible incorporación de candidaturas conformadas por miembros de dudosa reputación, además de otros venidos de formaciones que representan la “vieja política” (entiéndase PP y PSOE), en contraposición con la imagen regeneradora de la organización. Ni los procesos de primarias para la elección de candidatos (omitidos en muchos casos a nivel local por resultar innecesarios), ni el control detectivesco que desde la dirección aseguran estar efectuando sobre cada una de las candidaturas parecen ser suficiente protección al peligro asumido.

En otro orden de cosas, de un modo similar a Podemos aunque no tan acusadamente, la formación ha tratado de acaparar inicialmente el mayor espacio posible dentro del espectro ideológico a fin de atraer a más votantes. No obstante, la estrategia de transversalidad no sirve de cara a unas elecciones, momento en el cual el electorado, requiere de una mayor concreción. Hemos presenciado entonces como Ciudadanos, sin desprenderse de la etiqueta “anti establishment” ha pasado a autoidentificarse como un partido de centro (o incluso, tal y como reza su ideario, de centro-izquierda). Pero la percepción del público ha tendido a ser diferente, en buena medida a causa de sus postulados de corte liberal en lo económico, hecho que los ha situado en el imaginario como una formación de centro inclinada a la derecha, próxima al partido popular.

Como resultado, es previsible que la formación encuentre en este lado del espectro ideológico su mayor caladero de votantes, en buena medida proveniente del voto descontento del PP, al tiempo que podría verse abocada a renunciar al votante de izquierdas, en cuyo caso, se decantará bien por el PSOE, bien por Podemos, o mismo por IU. En definitiva, el moderno discurso que contrapone lo nuevo a lo viejo por encima de las ideologías parece ir restando eficacia a medida que se acercan las fechas electorales, y se requiere de un posicionamiento con el que el público pueda identificarse.

Otro de los puntos débiles de Ciudadanos vuelve a remitirnos a la imagen percibida por el público en general, esta vez a causa de sus orígenes, pero también de sus apoyos en el presente. Por un lado, su procedencia catalana podría suponer un escollo ante aquellos que abogan por la centralidad estatal de las instituciones. Lo cierto es que hoy día, la sede central de la formación se encuentra en Cataluña y no diré yo que tenga, a priori, porque ser algo nocivo. Sin embargo, teniendo en cuenta que las principales instituciones gubernamentales y legislativas hallan su sede en Madrid, de cara a la pugna por la Moncloa, sería lógico el traslado de la matriz del partido. O en todo caso, cuando menos la instauración de una doble sede (en serio, me parece una opción más atractiva).

Me refería también a los apoyos, puesto que algunos destacados personajes que han brindado su mano a Ciudadanos. Muchos de ellos, periodistas dirigentes de medios de comunicación (especialmente prensa), que conservan como denominador común su tendencia ideológica de derechas. Si bien tener a buena parte de la prensa a favor puede resultar uno de los factores determinantes en el momento de ganar vistosidad de cara a la opinión pública (véase el caso contrario de Podemos), el hecho que los directores de medios como Libertad Digital, ABC, El Mundo o La Gaceta estén de tu lado y no al lado de otros, puede terminar por generar un efecto pernicioso. La aplicación del dicho popular “dime con quién andas y te diré quién eres” podría restarles papeletas. Más aún cuando los que hoy están contigo, mañana pueden estarlo contra ti. Así es la política.

Para terminar con las amenazas, para Ciudadanos lo que estos días se dirime en la cámara andaluza será transcendental. La viabilidad del gobierno socialista de Susana Díaz se encuentra ahora en las manos de esta formación (junto a Podemos), pudiendo interponerse votando en contra para cortarle el paso y forzar unos segundos comicios. O incurrir en un “laissez-faire” al abstenerse para que el PSOE alcance la mayoría simple requerida. Hagan una cosa o la otra, la lupa estará puesta sobre la formación, y su actuación aquí repercutirá en toda España. Si asumimos sus postulados, observaremos que ante cualquier situación de esta u otra magnitud, la formación tiene el listón muy alto y se le requerirán acciones ejemplares. No obstante, a fin de no condicionar el resultado de las elecciones municipales de finales de este mes, lo más previsible es que dejen correr el tiempo a su favor retrasando la investidura en Sevilla.

Pasando ya al análisis de los puntos fuertes de Ciudadanos en pleno año electoral, nos encontramos con Albert Rivera como uno de sus principales activos. Un líder joven y bien formado, con gran soltura y elocuencia: dentro de un ámbito como el de la política, donde la buena oratoria puede ser transcendental a la hora de ganar adeptos. Su discurso, del cambio y la regeneración, pero que emana desde postulados más moderados en contraposición con la radicalidad expuesta por Podemos, es otro punto a favor si asumimos la centralidad ideológica de la mayor parte del electorado español. Esta situación dentro del tablero, a pesar de que los aleja de la transversalidad, es el punto de mayor equilibrio desde el cual pueden beber de uno y otro lado (cosa diferente será que el público los perciba realmente así). Y aunque todo parece indicar una gran carencia que supone la falta de experiencia en gobiernos o legislativos, así como la no consolidación de una estructura orgánica; bien es cierto que su paso por el parlamento Catalán, o también ocupando concejalías de algunos municipios de la misma comunidad, puede allanarles el camino.

A nivel coyuntural, la progresiva desintegración de UPyD deviene en otra de sus mayores bazas. Por un lado, se ha percibido que los buenos en el fracasado pacto con los magenta fueron los de Ciudadanos: ellos quisieron negociar y acercar posturas desde el primer momento, Rosa Díez fue la que cortó el paso. Por otra parte, la trásfuga de militantes de uno a otro partido, más allá del inicial riesgo de aluvión, podría aportar mucho en positivo. Financiación económica en base a nuevas cuotas de afiliados, asunción de cuadros y estructuras en zonas del territorio nacional donde no habían aún penetrado, o la voz de la experiencia de gente que he hecho política durante las últimas legislaturas son los tres aspectos más destacados que los naranja pueden aprovechar.

No nos podemos tampoco olvidar de la destreza de la formación en el manejo de la comunicación y las redes sociales, que los ha hecho vistosos y atractivos de cara a la opinión pública. En realidad, una cuidada estrategia de márketing político que parece estar totalmente medida. Un punto favorable respecto de otras formaciones que encuentran en la faceta comunicativa todo un obstáculo (recordemos la campaña del «naranjito» que se volcó en contra de los populares). Más allá de la propia, la anteriormente citada campaña a favor de Ciudadanos que algunos grandes medios del panorama nacional están llevando a cabo, es otra importante baza. Al menos en el corto plazo, los hace vistosos y presentes. Por último, sus orígenes también podrían terminar por generar un efecto positivo en el imaginario social, dado que la formación se ha situado como la resistencia encarnizada al independentismo catalán con un proyecto de unidad nacional e integración, con permiso de un Partido Popular en horas bajas.

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