La “nueva cultura política” disfraza viejas costumbres

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[dropcap]L[/dropcap]a «nueva cultura política” la llaman. Las plataformas ciudadanas están de moda y como una ola en un mar embravecido rompen sin razón en un alud de interesados movimientos lubricados por partidos políticos minoritarios que, sin nada que perder, se maquillan de lo que no son. Un disfraz bien ajustado es todo lo que se necesita para llegar al poder mediante el puro engaño a los que dicen van a representar.

Lo cierto es que es la vieja política de siempre: los intereses partidistas se superponen sobre el de los ciudadanos intentando copar su cuota de poder dentro de nuevas formaciones, abriéndose una contienda por colocar a los candidatos de cada partido en los puestos de salida de las listas electorales. De este modo muchos partidos marginales en la contienda electoral pueden llegar a ocupar un puesto de representación que por solitario sería prácticamente imposible.

La convergencia no es inocente. Este es el caso de Ourense en concreto, donde toda la ilusión inicial se trunca en un reino de taifas, una auténtica desbandada de formaciones como son la de Podemos, CxG, Anova, IU y movimientos vecinales y sociales que confluyeron en un proceso de primarias donde, tras resultar un ganador, una asamblea posterior hizo y deshizo al antojo de las 83 personas que la formaban contradiciendo la decisión en un proceso que englobó a nada menos que a 1586 votantes.

No son un movimiento ciudadano. No son una plataforma ciudadana. Es un movimiento monopolizado por partidos políticos marginales en las contiendas electorales,  dirigida por otras élites pero con viejas costumbres políticas que buscan el disfraz del engaño mediante el enhebramiento de la nueva terminología política.

Muchos se empeñan en predicar un cambio de sistema, en darle una vuelta al actual establishment e implementar un nuevo orden cuando en realidad no preocupa el bipartidismo o si hay o no transparencia. Lo que realmente preocupa es quien ocupa el puesto en el nuevo bipartidismo, quien controla las cuentas o quien elabora los presupuestos. No se trata de crear un nuevo sistema sino de sentar a otros en las mismas sillas del sistema que ya está establecido.

 

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