El concepto de redes de políticas públicas (policy networks) ha destacado como un método analítico clave para examinar el proceso de diseño e implantación de las políticas públicas y las políticas gubernamentales que nacen de la conexión entre varios actores como producto de una decisión.

No obstante, hay diferentes formas de entender estas redes: por un lado, la corriente anglosajona que reconoce las policy networks como un ámbito más de la intermediación de intereses y, por el otro lado, una perspectiva europeo continental que relaciona las policy networks con la gobernanza.


Por lo común, el concepto de policy networks se refiere a una pluralidad y diversidad de actores políticos que mantienen entre sí vínculos de comunicación y cooperación más o menos estables en un contexto de mutua interdependencia. En cambio, este conjunto de actores, que tiene una naturaleza público-privada, le reserva al Estado cierto papel catalizador ya que será él el que tenga que buscar en estas redes tanto la legitimidad como la resolución efectiva de los problemas políticos en un contexto de creciente complejidad como es el que se está viviendo hoy en día en España.

En otras palabras, la configuración de las redes de políticas públicas es la necesaria consecuencia de la búsqueda por parte del Estado, una vez reconocidas sus propias limitaciones, de colaboradores activos que aporten consenso a las decisiones públicas.

Sin embargo, la problemática surge cuando los propios actores políticos que deberían de acercar posturas de cara a fomentar sus vínculos de comunicación y sus estrategias de cooperación para lograr la gobernanza de su país son incapaces de acercar sus posturas, originándose de este modo, la confrontación como forma de hacer política.

LA CORRUPCIÓN, LA CRISIS Y EL 15M

Desde las primeras elecciones democráticas en España en el año 1977 hasta el principio del siglo XXI, España siempre se ha caracterizado por un clásico “bipartidismo imperfecto” en donde, dos grandes Partidos Políticos (el Partido Conservador y el Partido Socialista) se alternaban la gobernanza de la nación legislatura tras legislatura.

Pero, debido a una profunda crisis económica originada en el año 2008, el gran impacto del Movimiento 15-M en el 2011, los dolorosos casos de corrupción en las filas de los Partidos Políticos clásicos, la falta de transparencia institucional y el potente descontento social, España se convierte en un país multipartidista.

Es en estos momentos, cuando se desarrolla el origen de Unidas Podemos (antiguamente, Podemos), Ciudadanos y, más tardíamente, Vox.


El multipartidismo podría ser una oportunidad para poder enriquecer la democracia en España, para poder incorporar nuevas realidades al debate público, para poder conocer nuevas perspectivas políticas o para poder intentar valorar nuevos planteamientos sociales, pero, sin en lugar de apostar por el sano debate y la crítica constructiva entre las diferentes sensibilidades comunitarias, se opta por utilizar la política parlamentaria como arma arrojadiza en la cual la principal damnificada es el conjunto de la ciudadanía, lo que se estaría creando es la institucionalización del disenso como forma de acción política.


El escándalo político, el circo parlamentario, el show televisado, las palabras vacías, los mensajes envenenados y la crispación social provocan que esta falta de acuerdo entre los actores políticos se traduzca en una ingobernabilidad imperante, en unos proyectos desacordes, en unas políticas ineficientes y en unos pactos gubernamentales inexistentes.

Aunque se defiendan las políticas propias, también hay que llegar a acuerdos con el ajeno; aunque se fomenten los valores propios, también hay que conversar con el contrincante; aunque se promuevan los principios propios, también hay que entenderse con el diferente; y, aunque se favorezcan los intereses de tu Partido Político propio, también hay que
trabajar por el interés general de la ciudadanía en su conjunto.

Sin políticas largoplazistas que tengan un impacto en el mañana y en nuestro bienestar, sin oportunidades laborales, sin una sólida gestión económica, sin un firme proyecto social y sin un acercamiento político a nivel nacional, España estará condenada a ser un país sin futuro, y, al fin y al cabo, lo que hay que intentar es que el Gobierno deje de desgobernar.


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Estudiante del Programa de Doctorado en Ciencias Políticas y de la Administración y Relaciones Internacionales en la UCM, con Título de Experto en Prevención y Gestión de Crisis Internacionales en la UC3M, Máster en Política Internacional: Estudios Sectoriales y de Área en la UCM y Graduada en Ciencias Políticas y Administración en la USC, que ha dedicado la mayor parte de su etapa universitaria a la participación en numerosos torneos de oratoria y debate universitarios y al fomento de la red de la libertad desde la sociedad civil con su implicación en asociaciones como Students For Liberty y Alumni For Liberty. Ante todo: paz, amor y libertad.

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