Creo que no podría poder titular de mejor manera lo que pienso acerca de este proceso de un mal llamado caos, producto de cualquier de cualquier democracia parlamentaria sana, emanado de las elecciones generales del 20D. Considero en este punto que Antonio Hernando, portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, tenía razón cuando señalaba que los españoles han pedido un tiempo de diálogo, de cambio. Así lo refleja la fragmentación parlamentaria, así lo exigen los resultados. Por ello no se entienden ciertas posturas legítimas, por supuesto, pero raramente comprensibles desde el punto de vista del interés general.

Es una buena señal cuando un partido político marca sus posiciones y delimita los principios políticos y éticos sensibles al diálogo, pero otro caso es cuando se trata de encubrir intereses personales o partidistas por encima de los intereses de los ciudadanos.

Por todo ello no se entiende la posición mantenida por Podemos. Los de Iglesias marcaron, antes de cualquier intento de Mariano Rajoy por hacerse con la mayoría absoluta de la cámara o lograr un acuerdo que le permita ser Presidente del Gobierno, tal y como marca el procedimiento, un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Con este movimiento, es posible sacar dos conclusiones: que dan por imposible una investidura de Mariano Rajoy y por ello se anticipan a las negociaciones que pueden posibilitar un gobierno alternativo o que estén creando el caldo de cultivo para unas nuevas elecciones que les permita abordar al electorado de una Izquierda Unida mermada y de un PSOE que aun siendo segunda fuerza se encuentra en horas bajas.

Seguramente se puedan esgrimir argumentos tanto a favor como en contra sobre el referéndum sobre la una posible independencia de Cataluña que pone encima de la mesa Pablo Iglesias, pero ¿es el momento? Haya gustado o no, lo cierto es que tanto independentistas como no independentistas tomaron las elecciones del 27S como un auténtico referendum de autodeterminación que por votos ganaron las candidaturas no independentistas. Catalunya Sí que es Pot, candidatura integrada por Podemos, ya llevaba esta propuesta en su programa y con ello fue cuarta fuerza en el Parlament de Catalunya. Hoy, ante la diversidad de interpretaciones de los resultados de las elecciones catalanas, la investidura del presidente de la Generalitat queda en el limbo ante una plausible posibilidad de repetición de elecciones. No obstante, Podemos añade a la agenda una línea roja que no ha marcado en su campaña del 20D y que en las elecciones del 27S no ha cuajado.

Es cuanto menos inaudito que un partido PAE (Partido de ámbito estatal) dibuje una estrategia propia de un partido PANE (Partido no estatal), habitualmente nacionalista ante un panorama de negociaciones para la formación de gobierno. Una estrategia que pasa por la filtración de preferencias minoritarias ante lo que presumiblemente pueden ser propuestas de interés general o más concretamente políticas sociales desmanteladas en estos últimos cuatro años de gobierno del Partido Popular. Son muchas las preocupaciones que abordan tanto a los ciudadanos españoles como a los catalanes. Ni unos ni otros escapan a los recortes, ni al paro, ni a los desahucios o privatizaciones de servicios públicos indispensables como la sanidad pero el partido de Pablo Iglesias parece no querer renunciar a un referéndum que a su parecer “es realmente urgente”. ¿Mucho más que derogar la LOMCE, acabar con el desempleo o erradicar la pobreza energética?

«Hemos visto 16 menciones a la unidad de España y solo una a la desigualdad» declaraba Íñigo Errejón sobre el discurso del rey Felipe VI, cuya valoración apuntaba a un discurso que, al parecer del Secretario de Política de Podemos, «no estuvo a la altura» porque hubo «mucho más atrezo que sensibilidad social» y lamenta que no se hablara de corrupción.

¿Quiere decir esto que Podemos también carece de sensibilidad social o que no está a la altura al mantener una línea roja que difícilmente solucionará los problemas de desempleo de los catalanes y por extensión de los españoles? Sin duda la posición de Podemos es legítima aunque dista mucho de la coherencia que se le debe exigir a cualquier actor cuya responsabilidad pasa por la estabilidad y certidumbre política en su cometido de representación.

Todo parece apuntar a un escenario de bloqueo por parte de Podemos. Un escenario que coloca al Partido Socialista ante una condición que ya ha apuntado que no aceptará. Ante esto, el líder de Podemos parece más preocupado por asentar las bases de unas nuevas elecciones que por enhebrar un pacto sólido de izquierdas que blinde un gobierno alternativo al de Mariano Rajoy. El plan de Podemos pasa porque el PSOE no toque poder y así evitar toda probabilidad que los de Sánchez repunten en detrimento del partido de los círculos. El objetivo es acabar con el Partido Socialista.