Cientos de personas pasan cada día por delante de una urna de plata situada en la Catedral de Santiago. Una urna de plata que data de 1886 y en la que se encuentras las supuestas reliquias del Apóstol Santiago. Seguramente de todas esas personas que bajan los peldaños de piedra habrá alguna que se pregunte cómo llegaron los restos a descansar dentro de la urna y si realmente dentro se encuentran las famosas reliquias.

Según la tradición hacia el año 813 un eremita de nombre Pelayo observó unas extrañas luces que se aparecían en un monte cercano a donde vivía. Tras presenciar el evento en varias ocasiones decidió informar de lo ocurrido al por entonces obispo de Iria Flavia, Teodomiro. En el lugar donde aparecían las supuestas luces se descubrieron los restos de tres personas que corresponderían a Santiago y dos de sus discípulos. Una de ellas decapitada y con la cabeza debajo del brazo.

Pero ¿cómo llegaron los restos hasta Iria Flavia? De nuevo la leyenda popular relata que después de la muerte de Santiago en Jerusalén, decapitado por Herodes, sus fieles discípulos decidieron embarcar los restos de su maestro en una barca de piedra y navegar sin rumbo. Aún no se sabe muy bien cómo, dicha barca acabaría llegando a tierras gallegas. En toda esta historia hay múltiples variantes que incluyen dragones, animales salvaje e incluso a la famosa reina Lupa.

Es así como se comienza a expandir la noticia de lo encontrado y Compostela comienza a ser uno de los tres lugares de peregrinación de la cristiandad. Y de nuevo la realidad se sigue alimentando de hechos no siempre probados. Un ejemplo de esto es que el mismísimo Almanzor no se atrevió a tocar los restos del apóstol y sin embargo saqueo la catedral incluso llevándose las campanas. Entre leyendas cargadas de misticismo y la cada vez mayor afluencia de peregrinos para visitar las reliquias fueron pasando los siglos.

Ya en el siglo XVI alertado por lo acontecido en A Coruña el arzobispo Juan de San Clemente ordenó esconder las reliquias temiendo por el posible saqueo que podía sufrir Compostela a manos del pirata inglés Francis Drake y sus hombres. Dicho escondite quedó perdido en el olvido y no se volvió a saber de él hasta el siglo XIX, con el consiguiente descenso de peregrinos que llegaban a Santiago.

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Excavaciones tumbas. Fuente: www.catedraldesantiago.es
Con el comienzo de las excavaciones en la catedral a finales del siglo XIX acabaron saliendo a la luz una serie de huesos de distintas personas y en concreto una caja de piedra que con restos de tres personas. De nuevo se concluyó que se trataba del apóstol y sus discípulos basándose con poco rigor científico en la antigüedad de los restos. Se dio por bueno el hallazgo y las reliquias del apóstol fueron depositadas en la urna en la que se encuentran actualmente.

De nuevo Compostela recobró el esplendor como centro de peregrinación que aun en día perdura,  al igual que las dudas sobre las reliquias.

Actualmente la hipótesis que cobra más fuerza es que realmente los restos que han llegado hasta nuestros días sean los de Prisciliano y sus discípulos. Obispo que fue ejecutado después de ser condenado por herejía acusado de práctica de rituales mágicos, danzas nocturnas, uso de hierbas para practicar abortos y práctica de la astrología cabalística. Parte de esta hipótesis se basa en el viaje que realizaron con el cuerpo de Prisciliano sus discípulos después de su muerte.  Algo que de ser cierto sería totalmente polémico, pero que no es más de una de las teorías que circulan alrededor de la tumba del apóstol. La sola idea de que realmente se ha estado venerando a un hereje durante tantos años puede llegar a producir pavor en numerosas partes de la sociedad sobre todo en las más religiosas.

Y entre luces, piratas, barcas de piedra y tumbas perdidas no queda nada del todo claro. Seguramente profundizar de una manera más científica en el asunto traería muchas más controversias de las ya existentes. Se plantearían numerosas teorías que se unirían a las ya planteadas. Y no siempre el proceso puede ser beneficioso para todas las partes. La Iglesia se sigue negando a que los restos sean analizados con las modernas técnicas que existen hoy en día. De esto se puede extraer la conclusión de que si tuvieran la certeza de que los restos son los del apóstol no deberían poner trabas a ningún tipo de investigación ya que la misma no haría otra cosa más que otorgarles la razón.

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Urna. Fuente: http://agrega.educacion.es/
Sin entrar a discutir el valor artístico y cultural que posee tanto el Camino como la propia ciudad de Compostela, cosa es que es indudable, podemos pensar que estos miedos vienen infundados por el temor a la pérdida de peregrinos de demostrarse la no autenticidad de los restos. Algunos, aunque desde mi opinión serían una mínima parte, empezarían a plantearse la peregrinación en el más estricto sentido religioso y desecharían la idea de realizar un camino que no les llevaría a las reliquias de ningún apóstol con la consiguiente pérdida económica a distintos niveles.

Pero como bien dice Tracy Saunders, autora del libro Peregrinos de la herejía  “realmente no  importa si Santiago pudo haber predicado en España o no, es el peregrinaje lo importante.”


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