No hay nada como un verano sin noticias para iniciar un escándalo político. Sin duda, a nivel de imagen pública, la decisión de Fernández Díaz de reunirse con Rodrigo Rato en el Ministerio del Interior en un año de continua campaña electoral ha sido similar a la de ducharse con gasolina en medio de un incendio. Pero independientemente de los juicios éticos sobre el hecho en sí, creo que esta es una magnífica oportunidad para observar cómo se desarrolla y se gestiona una crisis en política.

Las razones por las que se reunieron en secreto (os recuerdo que nos enteramos todos bastante después) dos personalidades con bajos índices de popularidad en la sede de una institución bien valorada no me interesan tanto como el afrontamiento del escándalo en sí. Siguiendo los manuales de crisis, el gabinete del ministro publica un comunicado en la web a las cuarenta y ocho horas de que la primera noticia prendiera la pólvora, y empleando por tanto una estrategia proactiva para responder a la presión informativa. Haber esperado más, o haber guardado silencio, habría sido muy perjudicial, porque tras meses de megatramas corruptas nuestras mentes están sensibilizadas y preparadas para imaginar lo peor, y cuando no nos dan información sencillamente nos la inventamos para explicar lo que está pasando. Por tanto el comunicado tenía como objetivo llenar ese vacío informativo para que otros no lo llenaran según sus intereses. El comunicado en sí y su momento de publicación merecerían un artículo aparte, pero su función era dar la cara porque el silencio se asocia a culpabilidad.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en Mondariz Balneario (Pontevedra).
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en Mondariz Balneario (Pontevedra). EFE

Mientras los rivales políticos soplaban los cuernos y tocaban los tambores de guerra y las redes sociales comenzaban a arder preparando unas buenas ascuas para la comparecencia del ministro el viernes, se produce un pseudoevento: el presidente del Gobierno da una improvisada rueda de prensa durante su visita a Mondariz Balneario (Pontevedra), donde pretende dar la imagen de que no se esconde con la técnica de repetir el mismo mensaje una y otra vez y marchándose de repente y sin más explicaciones , lo cual era esperable en una declaración aunque daba lugar a diferentes interpretaciones, como la de “huida”, pero habría sido peor si hubiera permanecido mucho más tiempo o se hubiera salido del guión. Habría sido desastroso que se le escapara algo que no debía decir. Al menos puede decir ahora que “dio la cara” en mitad del escándalo.

Mientras tanto, el comité de crisis observaba en las noticias y las redes el impacto del primer comunicado para decidir cuál iba a ser el siguiente paso, lo que les llevaría quizá a la decisión que luego el presidente subrayó en aquella pequeña rueda de prensa: que el ministro del Interior iba a comparecer en el Congreso de los Diputados a petición propia y de forma urgente; esta fórmula es importante, porque relaja un poco la tensión ante la opinión pública al reenmarcar la historia, ya  que si el ministro hace entender que él decide explicarse la gente entiende que él se ha dado cuenta de lo inapropiado de la reunión, excusándole mínimamente, pero excusándole.

El PSOE denuncia ante la Fiscalía al ministro del Interior por la reunión con Rodrigo Rato
El PSOE denuncia ante la Fiscalía al ministro del Interior por la reunión con Rodrigo Rato

Al mismo tiempo todos los demás partidos se pelean por imponer una narrativa de los hechos que les favorezca de cara a las encuestas, los clásicos para intentar aparecer en portada: unos piden dimisiones, otros denuncian a la fiscalía y otros se ceban con el hecho en sí, invocando a los espíritus de la corrupción en un intento por contar luego una historia en la que ellos fueron los verdaderos héroes. Y no nos olvidemos de las declaraciones cruzadas de Rato o las valoraciones de los compañeros de partido, ninguno de los cuales quiere apagar las llamas por si sale también ardiendo.

En fin, creo que en la comparecencia el ministro debería dejar caer sutilmente que no fue lo más adecuado reunirse con Rato en el Ministerio, que es la verdad, consiguiendo de esta forma algo de credibilidad para intentar a continuación convencer a la gente de que no hablaron de nada oscuro, y después hacer un seguimiento de las opiniones para pasar a una fase reactiva en la crisis o tomar una nueva decisión.

Y así es, en parte, la política.

 


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3 COMENTARIOS

  1. Y por supuesto si el ministro anuncia la detención del sospechoso de un asesinato de gran impacto mediático la tarde antes de la comparecencia en el Congreso las cosas son más fáciles y la atención en los medios está dividida.

  2. Pues nada ya lo saben todos los presuntos delincuentes de este país, cuando se sientan perseguidos siempre podrán ser recibidos en el despacho del cristiano ministro del interior para que en el piadoso ejercicio de su función le puedan transmitir de primera mano sus inquietudes y ansiedades y él les reconfortará con su profundo conocimiento teresiano.

    • No sé a quién del PP se le ha ocurrido esa genial historia del ministro piadoso que ejerce sus funciones ayudando a una persona en la situación de Rato, pero está claro que no ha tenido en cuenta el impacto en la opinión pública.

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