Repensar la universidad

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[dropcap]L[/dropcap]a semana pasada fue bastante agitada por una huelga educativa convocada para el 24 de marzo en universidades e institutos públicos. Esta jornada de reivindicación nos puede parar un momento a pensar en las instituciones educativas que componen la sociedad española, entre ellas una muy importante es la Universidad.

Pensadores de todas las tradiciones han teorizado sobre esta institución, desde Sacristán (filósofo y teórico marxista español) hasta Ortega y Gasset (liberal, filósofo y de tradición elitista). El artículo va consistir en una explicación de ambas perspectivas sobre la universidad en la que veremos diferencias y similitudes que pueden llegar a sorprender.

Ortega escribe un libro llamado “Misión de la universidad”, aquí formula una relación entre el problema universitario y la crítica situación disgregada de la cultura capitalista. Define tres funciones básicas de la universidad: transmisión de la cultura, enseñanza de las profesiones, investigación científica/educación de nuevos hombres de ciencia. Aunque para Ortega la tarea científica no corresponde con la misión de la universidad, sino que el “hombre medio” debe ser el dispositivo de la ciencia, y de ser medio pasa a “hombre culto”: el hombre medio referido al ciudadano de cultura media que no ha disfrutado de una educación superior. Toda disciplina debe estar a la altura de sus tiempos, adaptándose a cada realidad social concreta, y la función primaria y central de la universidad es la enseñanza de las grandes disciplinas culturales (Física, biología, historia, sociología y filosofía) que conformarían la “Facultad de Cultura”.

El autor de Misión de la Universidad también habla de la hegemonía en la institución universitaria. Esta debe preparar individuos que dicten al resto de la población valores y creencias acordes con las dominantes sociopolíticas de la base social, junto a la función de mandar. Las clases dominantes deben ser capaces de vivir e influir vitalmente según la cultura de sus tiempos. La universidad tendrá la función de producir una hegemonía que forme una élite y unos criterios de cultura, comportamiento, distinción, prestigio, etc. Esto perpetuará el sistema y, según palabras de Sacristán, una división social clasista del trabajo. También es importante señalar el carácter anticientífico que guarda Ortega a la hora de explicar los ejes funcionales de la institución universitaria, expulsando a la investigación científica fuera de las funciones de la Facultad de Cultura.

Ortega guarda una visión clasista tanto de la sociedad como de la universidad, pero personalmente pienso que no le falta veracidad en sus planteamientos puesto que en toda sociedad la universidad es un centro de élites: individuos que crearán el pensamiento dominante en sus disciplinas.

La universidad también ha tenido cambios internos, por ejemplo en la República española, tanto para Sacristán como para Ortega, pasa a ser de una universidad de élites a una de masas, las facultades se masifican de alumnos cuando gran parte de los hijos de la clase obrera española acceden a la educación superior. Como ejemplo ilustrativo en la licenciatura de letras por Madrid pasa en 1927 de siete graduados a cincuenta y cinco en 1935 (Rafael Lapesa, 1969). A esto se refiere Manuel Sacristán en su libro “La universidad y la división social del trabajo” escrito desde un enfoque marxista y dirigido, según el autor, a estudiantes de clase trabajadora con proyecciones socialistas.

Para Sacristán hay una ampliación enorme de la población universitaria y esto entra en una fuerte contradicción con el sistema capitalista, por tanto producirá una crisis universitaria. La presencia de jóvenes de origen popular en la universidad hace que las sociedades capitalistas no absorban toda la demanda de estudiantes licenciados en el mercado laboral y por ello se genera una devaluación de los títulos. Se produce un vacío entre los puestos laborales y la cualificación académica de los estudiantes que no encuentran puestos acordes a su formación.

Para Manuel Sacristán, desde su perspectiva revolucionaria, debe derrocarse el poder político de la universidad por las clases sociales interesadas, además de crear un nuevo tipo de universidad que supere a la antigua en un nuevo estado socialista. El autor relaciona la división técnica del trabajo con la universidad como un eje de la interiorización y hegemonía de la clase dominante. Hay que luchar por la democratización formal y material del acceso y la estancia en la universidad aunque esto entre en contradicción con la lógica de mercado capitalista.

Desde mi perspectiva personal me acerco bastante a los postulados de Sacristán, opto por la apertura de la universidad a todos los estratos sociales sin filtros de origen o estatus socioeconómico. Se debe generalizar la educación superior para toda la juventud aunque esto entre en disonancia con el sistema, porque el sistema no va a aguantar a toda la masa social educada en universidad porque tiene un desorden económico muy grande. Por ello también creo que es necesario, aunque se lea en términos abstractos, de cambiar el sistema y poner uno que planifique la economía para que pueda ofrecer trabajos a toda la población universitaria acordes a su formación.

Mi propósito con este artículo es didáctico, enseñar los planteamientos a grandes rasgos de dos pensadores distintos pero muy iguales a la vez, aunque aparentemente puedan parecer opuestos. También creo que es necesario pensar en la institución universitaria desde los términos de estos autores, aunque es obvio que no han esbozado a la perfección el tipo ideal de universidad que nos puede interesar actualmente puesto que son escritos de 1930 y 1972. Opino que ahora nos toca al estudiantado crear un nuevo tipo de universidad referenciándonos en estos autores.

Bibliografía:

  1. ORTEGA Y GASSET, José. Misión de la Universidad, en Obras Completas. 1º. Ed., Madrid, 1947.
  2. SACRISTÁN, Manuel. La Universidad y la división del trabajo. Barcelona, 1985.
  3. LAPESA, Rafael. La Universidad. Madrid, 1969.
  4. FERNÁNDEZ BUEY, Francisco. Por una universidad democrática.

 

 

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