Sánchez es el único culpable de no reformar España

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Obviamente lo que voy a decir es una opinión personal. Obviamente habrá quien no comparta lo que voy a escribir a continuación y obviamente en este artículo no estoy haciendo ciencia política. También es muy razonable que haya españoles que piensen que Rajoy no es la persona adecuada para liderar la regeneración de nuestro sistema, pero los resultados del 20 de diciembre y los del 20 de junio son los que son. Si los españoles hubiesen querido que la renovación de nuestro sistema político lo hiciera otra persona, tenían cuatro candidatos, de diferentes espectros y diferentes bagajes, para elegir. Si los españoles hubiesen querido que Sánchez o la izquierda liderara este proceso, el PSOE no habría obtenido 90 y 85 escaños en las respectivas citas electorales.

Desde mi personal punto de vista, por fin, Albet Rivera y su partido Ciudadanos se han dado cuanta (aunque aún les sigue sin agradar) que su socio natural es la vieja derecha y que una parte relevante de sus electores les voto para que renovaran a un PP que tiene cierto tufillo. Si esto lo hubiesen visto antes, en lugar de perder un numero moderado de votos y un número importante de diputados, los habría incrementado. Pero vayamos a hablar de Pedro Sánchez y del PSOE. En España nos gusta mucho criticar que en nuestro país no dimite ni el tato (un señor muy amigo de Rajoy) y solemos acudir a ejemplos europeos. Se suele ejemplificar con el ministro germano que dimitió por copiar su tesis, pero en este caso, resultaría más adecuado comparar a Sánchez con Ed Miliban o David Cameron. Si Pedro Sánchez después de haber dejado en diciembre al PSOE con 90 diputados, y a la lista de la circunscripción en la que se presentaba como cuarta en votos, hubiese comenzado haciendo un gran favor a la regeneración democrática saliendo esa misma noche electoral a anunciar su dimisión, haciendo las maletas y dejando que otro hubiese ocupado su puesto. Ed Miliban, un laborista con una talla como candidato muy superior a su homólogo español, lo hizo.

Pero, en lugar de eso, se aferró al sillón y baso su supervivencia como Secretario General del PSOE en su no es no y en ser el candidato propuesto por el Rey a toda costa y a costa de los intereses de España. Esto es un hecho incontestable, Sánchez dice que Rajoy no es capaz de dialogar, pero el que acudió a Moncloa esas navidades y el que se negó a estar más de cinco minutos reunido con Rajoy y tuvo que estar haciendo tiempo en los pasillos de Moncloa para salir a hablar con la prensa fue él. Debe ser muy duro de asumir que los españoles se resistieron a su mayor argumento para votarle, su cara de guapo. Pero la realidad es que consiguió para el PSOE el pírrico resultado de 90 escaños y se negó a conversación alguna con el PP. Con estos antecedentes, es razonable (aunque no negaré que pudo ser irresponsable) que Rajoy se resistiera a que el PP le diera la oportunidad de ser Primer Ministro de España.

Pero siendo el señor del “NO es no y que parte del no, no ha entendido el señor Rajoy” tuvo el valor y, a mí me lo parece, la poca decencia de presentarse a las elecciones del 20 de junio como el partido del SÍ y bajo el lema: Un sí por el cambio. Pues parece, que los españoles, nuevamente y entre cuatro candidatos posibles, decidieron dar a Rajoy el mayor número de escaños y por si no fuera poco ser el primero, consiguió incrementar su número tanto en votos como en diputados respecto a diciembre. Por el contrario, el PSOE, salvo recuperar la segunda posición en Madrid, y conseguir que no existiera el temido sorpaso, perdió votos y bajo de 90 a 85.

Después de un resultado así, no solo no dimitió, se conformó con decir que, en lugar de sacar un suspenso estrepitoso en el examen, había sacado un tres y medio y vuelta al no es no y a bloquear España. Todo esto, después de mucho reloj de la democracia y de haberse presentado como el candidato del Sí.

Es hora para la altura política, es hora de asumir que a pesar de que a muchos no nos termine de convencer mucho el señor Rajoy, es el político que ha conseguido aglutinar al mayor número de españoles detrás de su candidatura. Puede que sean todos viejos, puede que como los viejos son más que los jóvenes Rajoy gane pese a todo. Por eso es el momento de pactar el futuro de los próximos años. Es el momento de ponernos de acuerdo esa mayoría geriátrica, que algunos piensan que es el PP, con una minoría pipiola para regenerar España y corregir los defectos que ha experimentado el sistema. Señor Sánchez, abstenerse para que se pueda formar gobierno y desbloquear España, no es indultar los pecados capitales de Rajoy. Abstenerse es el primer paso para que usted (u otro socialista) puedan liderar la oposición, porque sin gobierno, no hay oposición. Señor Sánchez, pacte las reformas indispensables que la España de geriátricos, según los acólitos de Podemos, y la España joven tenga otros treinta años de éxito. Cedan en tal y en cual, nuestra Constitución fue eso, un texto donde nadie ganó imponer su texto y donde todos tuvieron que aceptar concesiones. Pactando eso, y haciendo una oposición férrea en lo demás, usted sí que será estudiado en los colegios por los niños españoles junto con el Compromiso de Caspe, los Toros de Guisando y los Pactos de la Moncloa. Permitir un gobierno es el primer paso para regenerar España. Eso solo está en sus manos. El Finalncial Times se lo dice, EL País se lo dice, Felipe González se lo dice, muchas voces en su partido (mientras afilan los cuchillos) lo dicen. Pero deje el no a todo, deje el no a unos presupuestos que ni conoce, deje el no a 100 medidas que ya pacto con Albert Rivera cuando usted se presentó como candidato y ponga a España y a sus señorías a trabajar. Déjese de pescaito frito en las costas andaluzas y de posado a lo Anita Obregón luciendo palmito en Ibiza. Deje de hablar de la pasividad de Rajoy, de decir que prefiere leer el Marca o fumar puros a solucionar los problemas de España. Sea le líder del Sí.

 

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