La lucha por la dominación del discurso de exclusión en el 26J

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[dropcap]G[/dropcap]ramsci era ese genio, loco bajito que llamaría algún periodista deportivo de nuestro país, que nos trajo conceptos maravillosos que un siglo antes nos explicaban la política de hoy, que hubiera pasado si le hubieran permitido vivir y escribir un poco más.
Uno de esos conceptos que nos trajo era el de la hegemonía (Lenin ya lo trabajó pero la hegemonía gramsciana explica mejor la situación) que junto al de intelectuales nos sirve para explicar porque es tan importante el dominio del discurso de exclusión frente a las próximas elecciones generales. Gramsci a grandes rasgos nos establecía que la hegemonía cultural era el paso previo a la conquista del poder, es decir, primero se debía construir el discurso para más tarde llevarlo a cabo y este discurso se llevaba a cabo a través de los intelectuales.

Estos intelectuales, pese a que nos duela es por ejemplo Marhuenda como director del periódico La Razón, construyen discurso en la sociedad que se asienta en la defensa de las políticas, por ejemplo llevadas a cabo por el Partido Popular frene al resto de partidos. Esto hace que la construcción del discurso de que Zapatero no hizo nada bien (Algo haría bien y algo mal) se asiente en la sociedad por lo tanto se debía votar en masa para que el PSOE no volviera salir y el voto útil era el PP. Este discurso construido nos llevó a que Rajoy tuviera mayoría absoluta en un país que las encuestas del CIS los españoles se sitúan mayoritariamente en el centro izquierda del espectro político.
Es por ello que es fundamental para los partidos políticos la hegemonía del discurso de quien excluye a quien, quien lo domine, habrá ganado parte de la batalla hasta el día de las elecciones.

Analizando partido por partido uno se podría dar cuenta de la hipocresía de gran parte de los partidos que tienen opciones de hacerse con la presidencia del gobierno. En una vista rápida podemos observar claramente, el PP y
ciudadanos excluyen a Podemos mientras sus líderes establecen que no se debe excluir a nadie.

¿Esto a que corresponde? A establecer la hegemonía en la sociedad de que su partido es el más dialogante a formar un gobierno. En una segunda vuelta de elecciones como la que es, de facto, la que vamos a vivir, lo importante para el ciudadano promedio es la posibilidad que ve de que un partido pueda formar gobierno. Sin duda, se sentirá más favorable de votar a un partido que cree que podrá dialogar con muchos otros partidos y así tendrá más fácil formar gobierno. En este aspecto debemos recordar el debate que tuvieron Nixon y Kennedy en televisión justo antes de las elecciones en las que se enfrentarían. Kennedy consiguió que las personas que vieran el debate por televisión le dieran por ganador a él, lo que activó la predisposición latente de las personas a votarle, pese a que el discurso de Nixon fuera más consistente, como indican los que escucharon el debate por la radio que dieron ganador a Nixon. Esto nos explica el sentimiento reaccionario del presidente en funciones a los debates, se arriesga a la predisposición latente del electorado de votar al resto de partidos debido a su férrea gestión de cuatro años de mayoría absoluta. Perdería la batalla por la hegemonía en el discurso, sería complicado que aceptara en un debate que Podemos era un actor político con el que podría hablar, mientras que en un mitin nadie le iba a preguntar por ello.

El caso de Ciudadanos es similar, es más acuciante debido a su negativa a la entrada de Podemos en las negociaciones de gobierno con los socialistas, pero convocadas nuevas elecciones vuelve a su discurso de gran coalición, si vemos Ciudadanos como sujeto político que puede entenderse con los dos partidos mayoritarios de las elecciones, es más propenso a votarles que a dichos partidos que debido a sus errores se es más reticente a votarlos.

El problema llega cuando llegamos a PSOE y Podemos, no entran en la lucha por ser los partidos que tienen los brazos abiertos con todos sino que realmente su lucha hegemónica por el mismo electorado es la de mantenerse
firmes en no pactar con los partidos diametralmente opuestos en ideas y formas.
Estas dos batallas por el discurso la llevan a cabo partidos y militantes de todos los partidos y en gran parte ambas tienen el riesgo de que los votantes teman por quien depositen su voto. En el fondo el voto de Ciudadanos y PP, un posible votante se puede plantear realmente a quien irá su voto, si el partido puede pactar con muchos, ¿A quién está votando realmente? Por el otro lado tenemos la postura de que sabemos a quién votamos, ¿Pero las posibilidades son reales de conseguir gobierno limitándose los actores con los que pactar?

Son las dos caras de la moneda y solo alguien nos puede dar la solución y ese alguien son los millones de votantes que decidirán el 26J la forma que tendrá el Congreso, más de un mes para construir hegemonía en España.

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