Podemos: Una lista para gobernarlos a todos

Diego Mo: "Lo que presentaba Pablo Iglesias es sencillamente un control exacerbado sobre Podemos de cara a los próximos comicios. "

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[dropcap type=»2″]D[/dropcap]efinitivamente a Pablo Iglesias le gusta tenerlo todo atado y bien atado. No se podría explicar de otro modo la última propuesta de Podemos como modelo de primarias para la elección de candidatos a las mismas.

En esencia, el reglamento de primarias aprobado el pasado sábado en el Consejo Ciudadano (con la oposición de la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez) considera una votación para el candidato a la Presidencia del Gobierno, en un espacio electoral de circunscripción única ; otra para el Senado, con listas autonómicas; y una tercera para el Congreso de los Diputados — la más relevante — que se configurará como un espacio de competición en circunscripción única para toda España que podrá ser votada en su integridad según el método conocido como lista plancha o combinando los nombres de distintos equipos (entre 50 y 350 miembros cada equipo). Luego, cada elector podrá votar entre 1 y 350 miembros. Posteriormente se ordenarán a los candidatos según el número de votos teniendo en cuenta la legislación en cuanto a materia de género (las listas cremallera).

Una cuestión de control

Lo que presentaba Pablo Iglesias es sencillamente un control exacerbado sobre Podemos de cara a los próximos comicios. Un ejercicio de orden desde la verticalidad que tiene como fin monopolizar las decisiones y así mantener bajo control todo problema o inconveniente que se le pueda plantear.

¿Qué beneficio puede reportar la fórmula de “lista única”? Pues sencillamente evitar aquello que Ciudadanos no supo gestionar en las municipales, esto es, que no se te cuelen oportunistas o sencillamente reducir cualquier sector o grupo que pueda poner en entredicho lo construido hasta el momento. Para ello, el reglamento de primarias contempla diversos mecanismos de filtro. Uno de estos filtros consiste en la prohibición a los círculos y/o órganos promocionar una candidatura concreta.

Asimismo, la lista plancha plantea un serio inconveniente a las candidaturas no oficialistas ya que al no albergarse ningún método de ponderación dejan sin opciones a los candidatos alternativos. A esto se le suma una seria limitación de tiempo, ya que formar una lista alternativa supone un alto coste, potencialmente inasumible para quien no tenga la baza mediática interna y/o externa para competir contra el aparato.

Lo que se ha hecho, en definitiva, ha sido no dejar brotar cualquier sector organizado que pueda poner en entredicho al sector oficial como pueden ser los equipos alternativos como Claro Que Podemos que compitieron en las primarias autonómicas, Entre Tots Podem, en Valencia, Podemos Cambiar Galicia o Andalucía desde Abajo… En este proceso de primarias se intenta cerrar la puerta a su consolidación por reglamento.

Por otro lado, es relevante conocer el mismo proceso de formación de la composición de la Comisión Electoral. Una Comisión que nace a propuesta del propio Secretario General, Pablo Iglesias, quien además será previsiblemente quien ostente la candidatura a la Presidencia del Gobierno por Podemos en las próximas Elecciones Generales. Además dicha comisión podrá en cualquier momento retirar del proceso a cualquier candidatura.

Podemos y las Mareas. Sacándose un muerto de encima

Si algo debemos tener claro es que las mareas nunca han sido Podemos, ni Podemos han sido las mareas. Mucha culpa de esto la han tenido los medios de comunicación, quienes sin ningún miramiento y con el afán de simplificar la realidad, no tuvieron reparos en otorgar colores o siglas a aquellos que como la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, no tenían ni tienen una alienación partidista con el partido de los círculos.

Poniendo de ejemplo a Galicia podemos observar cómo hay una clara motivación alrededor de las mareas por formar una candidatura de “unidad popular” clave nacional para llevar los intereses gallegos a la Cámara Baja. En este sentido, partidos como Esquerda Unida o Anova – que ya han revolucionado el sistema de partidos con la coordinación electoral conocida como AGE – ya han mostrado su disponibilidad en este proyecto y recientemente el Bloque Nacionalista Galego declaraba estar dispuesto a renunciar a sus siglas para converger en dicha candidatura.

Han pasado ya unos días desde que Pablo Iglesias aterrizaba en Galicia para su “ruta del cambio”, donde se encontró con el líder nacionalista Xosé Manuel Beiras o con el recientemente investido alcalde de Compostela, Martiño Noriega, líder de la marea Compostela Aberta. En estas reuniones, la confluencia era el tema que estaba encima de la mesa.

Una de las premisas planteadas para su consecución es la renuncia de las siglas partidistas, algo que el líder de Podemos no contempla. El motivo es muy simple: Pablo Iglesias quiere mantener a toda costa el poder y liderazgo dentro del partido, evitando por todos los medios un frente que pueda poner en duda su estabilidad.

¿Qué pasaría si hubiese primarias en cada circunscripción?

En primer lugar es necesario hacer un poco de memoria y recordar ciertas tendencias que se adivinan en procesos similares dados en Podemos. De este modo, sabemos que Pablo Iglesias siempre ha impulsado o se ha posicionado por una determinada candidatura con el fin de mantener el control del partido en las diferentes regiones.

Lo cierto es que esto se daba en situaciones electorales particulares como son unas elecciones autonómicas o incluso municipales, allí donde estaba la marca Podemos. No obstante, las cosas cambian cuando el objetivo son unas Elecciones Generales.

Si Iglesias se decantase por que cada una de las circunscripciones realizase sus propias elecciones primarias para la confección de las listas, los costes para la movilización de recursos (confección de una marca para las candidaturas pro-Iglesias, elaboración del mensaje de campaña, coordinación de campañas, etc.) serían elevados, ya sea a nivel económico, de tiempo e incluso moralmente para el propio partido.

Con esta fórmula Pablo Iglesias se arriesgaría a dividir a un partido que a priori tiene centralizado en su figura y liderazgo. Un partido que, además, no cuestiona su más que asegurado nombramiento como como candidato a la presidencia del gobierno tras la celebración de primarias.

¿Qué consigue Pablo Iglesias centralizando el proceso de primarias en una lista?

Muy sencillo. De este modo se ahorra todos los costes anteriormente mencionados. Además le permitiría colocar, o más bien resaltar, a aquellos candidatos con mayor fuelle. Sin ir más lejos, esto le permitirá colocar las fichas en aquellas posiciones del tablero con el fin de maximizar el beneficio, es decir, ganar las Elecciones Generales.

Es necesario recordar que estas son las primeras elecciones de primer orden donde la marca se presentaría en todas y cada una de las circunscripciones que se reparten por todo el Estado. Si bien las Elecciones Europeas presentaban un espacio de competición único, en las Elecciones Generales cada circunscripción es una batalla que hay que ganar. Esto para Podemos puede ser una limitación para la consecución de su objetivo ¿Qué pasa con las provincias como Soria? ¿Cómo competir en un espacio donde el gran beneficiado es el más votado y donde se penaliza sin representación a la tercera candidatura?

La base intelectual de fondo

Cada movimiento: un sentido, una intención, una motivación. como si de una partida de ajedrez se tratase.

Gramsci, uno de los referentes intelectuales de Iglesias, plantea como concepto o más bien como estrategia la denominada «guerra de posiciones». Una estrategia que se desprende como la búsqueda de la hegemonía por parte de un grupo social, entendida como el encuentro de una dirección intelectual y moral, en momentos en los cuales no existe la fuerza suficiente para quebrar la dominación de clase.

Hegemonía. Esa esa es la palabra. Aquí la hegemonía, desde un punto de vista gramsciano, está concebida como la construcción que permite el paso a una esfera de dirección intelectual y moral, hasta el punto de que la clase pase del particularismo al universalismo y dirija así a otros grupos sociales.

Esto sin duda puede recordarnos a la propia visión de partido leninista. Así, Lenin concebía un partido formado principalmente por “intelectuales”, sobre la base de la teoría de que los trabajadores no pueden desarrollar por sí mismos una conciencia socialista.

Quizás, tenga que ver que en el tratamiento de la hegemonía Gramsci es reconocido como deudor de Lenin, quien desarrolla antes que él la teoría de la hegemonía.

Por avisar que no sea. Es lo que lleva defendiendo Pablo Iglesias desde la constitución de Podemos como partido político y así lo advertía en la revista New Left Review. Para iglesias una de las ventajas de Podemos, aquello que mínima los costes de liderazgo y dirección es “no estar bajo ninguna obligación de hacer concesiones al conservadurismo de la izquierda o a los estilos paralizantes de algunos movimientos sociales”.

 

Columna de Diego Mo Groba publicado en publicoscopia el 7 de junio de 2015.


 

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