PSOE: DE SIMPLES MOLESTIAS A ESTADO CRITICO

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La crisis en la que se halla inmerso el PSOE no es más que una crisis larvada que más tarde o más pronto tenía que eclosionar. Y la responsabilidad de que el partido socialista se halle en la situación en la que se encuentra no puede recaer únicamente en una persona o en sólo un hecho concreto, ya que varios han sido los factores que han llevado a los socialistas a vivir una de sus peores crisis.

Podríamos remontarnos a las elecciones municipales de mayo de 2015, en las que el PSOE obtuvo unos resultados peores que en las de 2011, perdiendo casi un millar de concejales en toda España. No obstante, la política de pactos beneficiaba a los socialistas que conseguían gobernar en 336 municipios más que en 2011, y ello sirvió para atenuar lo que en principio debía haber sido considerado como un aviso de la alarmante situación con la que se podían encontrar en sus siguientes retos electorales. Y ante la euforia de haber arrebatado alcaldías y Comunidades Autonómicas a su eterno rival, parece que no se valoró suficientemente el daño que podía causarle al PSOE las fuerzas políticas emergentes, quienes sin duda le habían restado votos en los comicios locales y regionales. Tal vez llegaron a considerar que con la nueva dirección que llegó al PSOE en julio de 2014, los votantes les verían con otros ojos,  podrían anular la imagen de “partido tradicional” partícipe en la alternancia bipartidista y poder conseguir recuperar el voto perdido, sin que llegasen a medir el empuje que desde las elecciones europeas estaba experimentando Podemos, quienes les arrebataban votos por la izquierda. E incluso Ciudadanos les hizo mella entre un electorado moderado que bien podría haber votado socialista en otras circunstancias.

No obstante, en el lapso que media entre las municipales y las generales de 2015 empezaron a aparecer las primeras voces críticas entre los socialistas, más cuando encuesta tras encuesta dejaban entrever un nuevo descalabro del PSOE. En el recuerdo está el rumor de aquellos que vaticinaban que ante unos malos resultados en las generales del 20D, la líder de los socialistas andaluces, Susana Díaz, desembarcaría en Ferraz para poner orden en un PSOE tocado.

Y lo que las encuestas predecían se cumplió. Pedro Sánchez hacía bueno el resultado electoral obtenido por Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011. Aún así, con 90 diputados y el apoyo de los 40 obtenidos por Albert Rivera intentó ser investido presidente del gobierno, sin más apoyo que los 130 diputados que sumaban PSOE y Ciudadanos. Y de nuevo fuimos a elecciones generales, las segundas en seis meses, y el resultado de los socialistas empeoró, obteniendo sólo 85 diputados. Aún así, Pedro Sánchez vendió tan desastroso resultado como un éxito al haber impedido el cacareado sorpasso de Podemos que las encuestas previas al 26J pronosticaban.

Lo realmente curioso es que ante la sangría de votos para el PSOE elección tras elección, Pedro Sánchez no hiciera autocrítica contundente, sino todo lo contrario, mostrando una tozudez extrema en su defensa del “no es no” a la posible investidura de Mariano Rajoy. Incluso después de un nuevo desastre para los socialistas en las elecciones vascas y gallegas del pasado 25 de septiembre, Sánchez dedicó una breve mención a los negativos resultados obtenidos por las candidaturas socialistas en dichos comicios autonómicos y volvió a encastillarse en el “no” y en una más que improbable alternativa de cambio, manteniéndose en el bloqueo al eterno rival del PSOE, el Partido Popular, y haciendo casi inevitable el ir a unas terceras elecciones.

Pedro Sánchez y sus más cercanos tienen parte de responsabilidad en la crisis que está viviendo el partido socialista, pero no son los únicos. Los llamados críticos del PSOE dejaron pasar Comités Federales sin alzar la voz con rotundidad frente a quien les estaba llevando al desastre elección tras elección y que a vista de muchos sólo parecía quererse ganar un lugar en el particular panteón de socialistas ilustres y no pasar a la historia del PSOE como un anodino Secretario General que sólo fue sumando derrotas electorales. Todos esos, conocidos como críticos, son tan responsables de lo ocurrido, y de lo que haya de ocurrir, en el PSOE como el propio Pedro Sánchez y su equipo de confianza. Aquellos que después de defender, incluso, una gran coalición, callaron cuando Sánchez intentó infructuosamente convertirse en presidente del gobierno; aquellos que, tras las elecciones del 26J, permitieron que el tiempo pasase para que, después de las elecciones vascas y gallegas, se vieran avocados a una solución drástica y dramática que concluyó con la dimisión de Sánchez y la constitución de una Comisión Gestora hasta la elección de una nueva dirección del partido.

Los resultados en los diferentes procesos electorales habidos en los últimos once meses nos han deparado novedades en la vida política española: una exigua XI Legislatura, un parlamento fraccionado que impide mayorías absolutas, incluso que el grupo parlamentario socialista, o al menos una buena parte de sus diputados, vaya a abstenerse para permitir un gobierno del Partido Popular. Pero nadie podía haber pensado hace once meses que un partido como el PSOE se sumiera en tan profunda crisis como en la que se encuentra hoy.

 

 

1 COMENTARIO

  1. Jajajajajaja. La culpa del colapso del psoe está en que es muy de derechas. Los votantes tradicionales de la izquierda se han ido con Podemos. Y el psoe nunca volverá a ser lo que fue. Le pasa lo mismo que a la «izquierda moderada» europea. Que no se distingue de la derecha de toda la vida. La gente con esta crisis (crisis económica, no crisis del psoe) por fin se ha dado cuenta que el psoe es derecha pura y dura, esa es la razón del descalabro electoral.

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