A pesar de los resultados de los informes se decidió enviar una misión europea a Caracas, que acabó perjudicando la imagen de Europa y la del Alto Representante, Josep Borrell.
El próximo 21 de noviembre tendrán lugar las elecciones en Venezuela, ante esta situación, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, habría encargado un informe para analizar el impacto de una posible misión europea de observación. Este es un instrumento de gran importancia en la política exterior, que se ha venido utilizando durante años para intentar democratizar el régimen chavista vigilando la existencia de los requisitos necesarios para considerar las elecciones en el país legítimas.
El informe técnico, que se ha conocido ahora, fue elaborado en julio por los miembros de una misión de exploración. Se trata de un escrito que detalla de forma clara y pormenorizada todos los pros y contras que tendría el envío de una misión electoral. Los expertos advertían que «la utilidad de una misión europea de observación electoral debe ser considerada teniendo en cuenta la contribución real que puede aportar al proceso y el impacto en la credibilidad de este instrumento de gran reputación de la Política Exterior de la UE». Una vez realizó el análisis de la situación de Venezuela en el informe se llega a la conclusión de que «el despliegue de una misión de observación europea es probable que tenga un impacto adverso en la reputación y credibilidad de este tipo de misiones y que indirectamente contribuya a legitimar el proceso electoral» que, de facto, está organizando por una dictadura.
A pesar de que, en principio, el escrito revela unos resultados negativos, también afirma que «la gran mayoría de los interlocutores» con los que se reunieron sus autores «son favorables» al despliegue de la misión porque a su juicio podría servir para reforzar las denuncias de los observadores venezolanos que ahora sufren el acoso de la dictadura, «dar confianza a la oposición» para «abrir ciertos espacios políticos» y en el interior del país «denunciar las persistentes violaciones de las libertades fundamentales, especialmente en la campaña electoral».
Al final, el informe deja claro que la decisión queda en manos del Alto representante. Ante esto, Josep Borrell desoyó las advertencias de los agentes comunitarios y accedió a las peticiones del régimen chavista, autorizando la misión electoral el 29 de septiembre.
Sin embargo, los intentos de Borrell de justificar su decisión son lo que ha puesto en peligro la propia misión. El viernes pasado, el Alto Representante aseguró que, a su juicio, la presencia de esa misión «no legitima a Nicolás Maduro» ni a la calidad de las elecciones sino que «lo que le legitimará o deslegitimará será el informe de la misión» en el que los observadores tendrán que describir si consideran que las elecciones han sido o no democráticas.
Inmediatamente después de escuchar estás declaraciones, el presidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela estalló contra el jefe de la diplomacia comunitaria y exigió una disculpa formal. Desde la CNE se niega la capacidad de esa misión para juzgar la calidad del proceso electoral. Pedro Calzadilla, responsable de la CNE declaró: «El señor Borrell no solo ha dicho que esa misión viene a apoyar a una fracción política de las que está en juego en Venezuela, sino que ha dicho que la legitimidad del resultado de esa elección depende del informe que ellos emitan».
Calzadilla entiende que esto es algo que «ningún país autorizaría», por ello ha puesto en duda la autorización de Venezuela a la labor de la misión «nada está absolutamente definido y cerrado». A estas declaraciones se ha sumado otro dirigente de la CNE , Enrique Vázquez, que, además de suscribir lo dicho por la institución, rechazando las declaraciones de Borrell, sino que además, le ha dado un tirón de orejas al Alto Representante, diciendo que, a su juicio, sus declaraciones «ponen en jaque a la misión europea».
Si las amenazas de Venezuela se cumplen, supondrían un varapalo político para la Unión Europea y sus instituciones diplomáticas.
