Corren tiempos difíciles. La pandemia por la COVID-19 acecha ya a muchas familias, no sólo en lo sanitario, sino también en lo económico. La sombra de la crisis nos recuerda al periodo de recesión que vivimos en 2007. Fue esa indiscutible crisis económica (excepto para los de Zapatero) la que provocó un inminente cambio de Gobierno cuando los españoles dieron una mayoría absoluta al PP de Rajoy. Son muchos los que hoy asemejan la crisis del 2007 con la actual que estamos empezando a vivir, y si bien es cierto que hay muchas semejanzas en lo económico –pérdida de empleo, caída de inversiones, y pérdida del poder adquisitivo- son más las diferencias en lo político.

Aquella crisis sucedió cuando el bipartidismo estaba asentado en los pilares de la democracia española, pero en hoy en día ese bipartidismo ha desaparecido en favor del multipartidismo, pese a que aún no hemos conocido otro presidente de color distinto al azul y rojo. La actual crisis que parece que avistamos será abordada por un gobierno de coalición débil. Sus apoyos parlamentarios se reducen a un conglomerado de pequeños partidos nacionalistas que miran a su ombligo en tiempos donde la solidaridad debería prevalecer en el ambiente político. Para más escarnio, el Presidente del Gobierno es un señor cuyo libro se titula “Manual de resistencia”. Nada más que añadir por mi parte.

Por todo ello entiendo las ansias de una gran mayoría de españoles de destituir al actual Gobierno de la infamia, pero debemos ser pacientes y esperar a que llegue el momento de hacerlo.

Somos muchos los que tememos que las políticas extremistas y comunistas de Podemos hagan mella en el futuro económico y social del país. Pero debemos ser responsables, y no entrar en el juego sucio al que pretende bajar Pablo Iglesias. La única manera de erosionar las políticas desastrosas que está llevando a cabo el Gobierno de España es desde dentro. Tenemos que asumir que el reproche y el insulto continuo no consiguen nada más allá que unificar al Gobierno en los momentos en los que están más divididos.
A Sánchez y a Iglesias les ha venido de lujo la moción de censura ya que saben que no va a salir adelante, y que les va a brindar la oportunidad de recuperar el discurso del miedo y del odio que le llevaron hasta la Moncloa.

Debemos optar por la senda de la negociación con el Gobierno de España. La posible negociación de los Presupuestos Generales del Estado del PSOE con Ciudadanos ha provocado un indiscutible cisma público entre los socios de Gobierno. Un par de reuniones han hecho mucho más que una infinidad de insultos para desmantelar al Gobierno.

Debemos aceptar la realidad de que hay muchos ciudadanos que confiaron en las pasadas elecciones en el PSOE. Por ello la tarea de la oposición debe ser trazar una estrategia para hacer ver a esos casi siete millones de españoles de que el PSOE está escogiendo el camino equivocado gobernando con Podemos. Cualquier reproche que no venga acompañado de una propuesta sensata reafirmará a cada votante del PSOE en seguir votándoles.

Necesitamos a gran parte de esos siete millones de españoles para echar a Podemos del Gobierno. Tenemos al peor Gobierno en la peor situación de los últimos cuarenta años. Por ello la oposición española no debe dejarnos a todos los españoles de la mano de populistas, nacionalistas, y comunistas.

Ha llegado la hora de tener altura de miras, de proponer  medidas para mejorar la vida de los españoles. Sólo así convenceremos a la mayoría de
votantes moderados socialistas, imprescindibles en nuestro afán de liberar al Gobierno de España de populistas extremistas


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