La debilidad de los partidos tradicionales en general, y de los socialistas y socialdemócratas en particular, está provocando que nos encontremos cada vez más frecuentemente ante la dicotomía de elegir entre el mal menor o el mal mayor cuando acudimos a las urnas.

El último ejemplo lo encontramos en las elecciones presidenciales francesas, que se celebran este domingo 7 de mayo. Los resultados que arrojaron la primera vuelta de las mismas, con el candidato liberal Macron y la ultraderechista Marine Le Pen como las opciones más votadas, vuelve a colocar a muchas personas ante un dilema incómodo.

Es una situación que, en parte, nos recuerda a la vivida el pasado año, cuando en los comicios estadounidenses hubo que decantarse entre Hillary Clinton o Donald Trump. Por aquel entonces no fueron pocos quienes abogaron por la abstención, justificando que ambas opciones eran igual de nocivas. Incluso algunas figuras vinculadas a corrientes ideológicas de la izquierda (inevitable recordar al filósofo esloveno Slavoj Žižek) llegaron a apoyar el voto en favor del candidato republicano, con vistas a conseguir que el sistema sufriera un verdadero shock, provocando de esta manera una catarsis en la ciudadanía que permitiera refundar el sistema.

Apostar por el mal mayor para conseguir efectos de este estilo es un arma de doble filo. Siendo cierto que tras la toma de posesión de Trump como presidente buena parte de la sociedad civil estadounidense ha reaccionado y se han sucedido numerosas marchas y manifestaciones, no lo es menos que en tan solo cien días al frente del gobierno, las políticas llevadas a cabo por el magnate y su equipo están golpeando de lleno a los sectores más desprotegidos y vulnerables.

La pureza ideológica no puede avalar, por acción o por omisión, que triunfen las peores opciones en términos de Derechos Humanos y justicia social. El sentido crítico ciudadano debe permitirnos actuar con responsabilidad, elegir la alternativa que menos daños pueda ocasionar (aunque sin duda sea duro) y acto seguido conformar un relato y una alternativa ganadora y justa para revertir la situación. A grandes males no necesitamos grandes remedios. Solamente un gran sentido de la responsabilidad.

 

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(1992) es graduado en Derecho por la UC3M (2014) y Máster en Acceso a la Abogacía por la UAH (2016). Actualmente compagina la docencia con su pasión el análisis político.

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