Sin algún tipo de brújula orientativa, los ciudadanos europeos navegamos bajo el velo de la ignorancia sin conocer qué se está decidiendo en estos momentos y en qué medida pueden llegar a afectarnos las decisiones que se toman desde Europa. Esta premisa es universal ya que no es únicamente la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, más conocido como TTIP, lo que se está decidiendo en estos momentos.

Suele decirse coloquialmente que las cosas no se hacen “porque sí” y la Unión Europea es una de ellas. Con dos frentes armamentísticos apuntándose con el dedo en el gatillo permanentemente, la caída del Muro de Berlín supuso un soplo de esperanza y la democracia se abría camino a través de una Europa que, sin embargo permanece ensangrentada hasta nuestros días.

Las barreras fueron menguando al mismo tiempo que las imágenes, los bienes, los servicios, los hombres o las mercancías circulaban por todo el globo. Gran parte de la responsabilidad recayó sobre la Unión Europea, inaugurando una nueva era de progreso y prosperidad. Se han producido grandes avances al respecto pero parece en este mismo momento que cuanto más se avanza, más se está perdiendo el norte.

Como se decía en líneas pasadas, las cosas no se hacen sin más, hay una gran motivación o gran objetivo detrás de toda gran construcción política. Entre esos grandes objetivos se encontraba no repetir las grandes hambrunas y las guerras que condenaron a Europa a la pérdida de numerosas vidas humanas, de esta manera se explican los grandes acuerdos como la CECA o políticas públicas como la Política Agraria Común, más conocida como PAC.

Así, el proyecto político europeo ha ido creciendo, mientras que nuevas políticas se configuraban en torno al entramado político continental. Políticas tan importantes como el mercado único, la política monetaria y muchas otras políticas que ya están influyendo en nuestras vidas.

Sabiendo esto, debemos darnos cuenta de una vez por todas de la importancia que tiene la Unión Europea en nuestro día a día. Quizás diciendo esto simplemente lo único que provoque sea una sutil pero bien articulada apertura de boca emulando el más puro aburrimiento, pero creo que si acabo diciendo que más del 80% de las políticas públicas que se aplican en España provienen de la Unión Europea, las cosas cambian.

Estas políticas van desde el etiquetado de la comida o el alcohol que consumimos, o incluso la regulación que limita la emisión de contaminantes de nuestros coches. No sólo nos dicen cuáles son las calidades mínimas de los alimentos que consumimos sino que eligen por nosotros que alcohol debe comercializarse o no y esto mismo puede pasar con el TTIP.

Mucho se está hablando del TTIP pero no todo lo que se dice es cierto porque sencillamente la escasez de transparencia en torno al mismo no permite conocer nada especialmente relevante. Lo mismo ocurre con una inundación, lo primero que escasea es el agua potable.

¿Se han firmado tratados de características similares en años pasados?

Definitivamente la respuesta es sí. Existen elementos de importancia que por alguna razón u otra pueden darnos alguna pista. En primer lugar debemos considerar que el TTIP no es el único tratado firmado por la Unión Europea con otro país con motivo del libre comercio, un ejemplo reciente es el  Acuerdo integral de Economía y Comercio firmado con Canadá el pasado año y que entrará en vigor previsiblemente en 2016.

Este tratado tiene como principal motivación, al igual que el TTIP, la liberalización del mercado. Así, por ejemplo se suprimirán numerosos derechos de aduana en el sector agrario y alimentario. La Unión Europea calcula que cerca del 92% de los productos agrícolas y alimenticios de la Unión se podrán exportar a Canadá con exención de derechos.

Con esta medida la Unión pretende la apertura de los mercados agrarios permitiendo mantener precios bajos y aumentar la oferta a los consumidores, una de las principales motivaciones ya recogidas en la PAC y en definitiva en la construcción del proyecto político europeo. De esta manera podemos recoger pistas que nos indicarán cuáles son los entresijos del TTIP.

Asimismo se entiende que la liberalización facilitaría el  comercio de bienes y servicios, inversiones y compras públicas, ahorraría costes y crearía cientos de miles de puestos de trabajo a la vez que crearía el mayor bloque comercial del mundo.

¿Quién negocia el TTIP?

Este es un aspecto fundamental en toda negociación. El principal actor involucrado en dicha negociación es la propia Comisión Europea a raíz de la autorización por parte del Consejo, y de facto el Parlamento tiene poco poder fiscalizador, aunque ha venido empoderándose en los últimos años, especialmente con el Tratado de Lisboa.

Generalmente en el seno de la Unión Europea se habla de la Política Comercial Común como una “comunidad de políticas”, donde encontramos desde funcionarios de élite hasta los principales lobbys, por lo que sabemos que estos serán parte de la comisión negociadora.

Generalmente el concepto de lobby no tiene una buena aceptación entre la sociedad civil al considerarse como sinónimo de clientelismo, defendiendo intereses muy particulares lo que erosiona la legitimidad y la rendición de cuentas (accountability) de las instituciones europeas. No obstante existen partidarios ya que entienden que permite a la sociedad civil participar en la toma de decisiones de la UE.

Lo cierto es que desde la instituciones de la Unión Europea son muy receptivas al input de los grupos de interés porque entienden que estos grupos contribuyen a mejorar la legitimidad y la eficacia de las decisiones. Un dato a tener en cuenta es que tanto el Parlamento Europeo como la Comisión cuentan con una regulación de los lobbys, hecho que en España destaca por su ausencia. De este modo podemos encontrar un registro de transparencia común que permite a cualquier ciudadano conocer cuáles son los grupos de interés que operan en la UE.

En este sentido la negociación carece de un actor legítimamente elegido por los ciudadanos europeos. No obstante, como adelantábamos, el Parlamento Europeo ha ido ganando poder de control, especialmente con el veto o con las incorporaciones de enmiendas en las diferentes comisiones. En este sentido, se debe destacar el veto ejercido por dicha institución al TTIP en cuanto a la pretensión de comercialización y divulgación de datos bancarios.

¿Cuándo se vota el TTIP?

El pasado 6 de junio, diversos medios de comunicación publicaban en sus improntas que se posponía la votación al TTIP, cosa totalmente incierta ya que lo único que está llegando al Parlamento Europeo son enmiendas y modificaciones en el texto que se está negociando.

En este sentido, no hay una fecha clara a día de hoy, pero podemos estar en lo cierto si pensamos que pasarán varios años antes de la aprobación definitiva. Desde luego, antes de su entrada en vigor, el TTIP debe pasar por la aprobación de la Comisión, por el aprobado en el Parlamento Europeo y en los Parlamentos de cada Estado Miembro antes de volver a las instancias europeas.

¿Cuál es la principal motivación para la negociación del TTIP?

Debemos tener claro que además de los intereses económicos generados, el TTIP pretende ampliar el área de influencia de la UE y sobre todo trata de evitar otras alianzas que puedan perjudicar a la Unión. Este acuerdo incluye una zona de libre comercio de alcance amplio y profundo mediante la eliminación de las barreras al comercio o con el avance en la adaptación de la regulación y estándares.

El arrinconamiento que las nuevas economías como China está ejerciendo sobre EEUU y la EU en los posicionamientos mundiales y también como alternativa a la recesión económica que, especialmente dura en Europa, es un problema para el propio empuje económico y por extensión en la legitimación de la Unión Europea.

Los datos están claros. El tamaño de la economía trasatlántica tiene un peso relativo muy significativo a nivel mundial ya que supone el 50% del PIB mundial en cuanto a valor y el 30% del comercio mundial, por lo que el TTIP supondría un punto de inflexión en las relaciones comerciales mundiales y en las economías de ambos firmantes.

¿Cuáles son las verdaderas sombras del TTIP?

La primera y principal sombra de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión reside en su escasa transparencia. Un elemento fundamental para la legitimación de la propia política y la fiscalización de los propios ciudadanos a la misma. Esta carencia de transparencia puede deberse a la precariedad de los derechos que se manejan en dicho tratado siendo estos un elemento que pudiese detonar la aversión por parte de los ciudadanos hacia el mismo.

En enero pasado, la comisaria de comercio Malmström (Liberal y sueca) anunció a bombo y platillo que cualquiera de los 751 eurodiputados podría acceder a la «reading room» con el fin de «otorgar una mayor transparencia». Si bien esto es cierto sólo es necesario aportar la experiencia del diputado de ICV, Ernest Urtasun , adscrito en el grupo de los Verdes: “Me han quitado el bolígrafo, me han quitado cualquier papel sobre el que podría escribir y me han quitado el móvil. Luego firmas un documento de confidencialidad de 14 páginas y un funcionario te saca los documentos que el eurodiputado pide con antelación. El tiempo máximo es de dos horas y durante ese lapso el funcionario te controla permanentemente”. Cuanto menos, revelador.

La segunda sombra y no menos importante es el propio desempleo que pueda llegar a generar. Esto se puede prever bajo la suposición de una acomodación de la regulación laboral a la baja entre los EEUU y la UE , además de la propia devaluación de la mano de obra o el cierre de Pequeñas y Medianas Empresas.

La Austrian Foundation for Development Research así como la UE contemplan en sus informes que se destruirán entre 430.000 y 1.100.000 puestos de trabajo, confiando que los empleos se recuperarán reorientado la producción hacia el mercado estadounidense.

Sin contemplaciones, las últimas semanas han estado protagonizadas por el sistema de arbitraje de diferencias estado-inversor también conocido como ISDS, mecanismo por el el cual un inversor extranjero tiene derecho a iniciar un procedimiento de arbitraje de diferencias contra un gobierno extranjero. Inicialmente el TTIP contemplaba un tribunal privado para resolver los conflictos que se pudiesen presentar. Un hecho que a priori podemos considerar perjudicial  así como una limitación para los intereses de los ciudadanos.

En este sentido, el socialista Bernd Lange había declarado que no le parecía necesaria la inclusión del ISDS en el TTIP, no obstante la polémica estaba servida cuando los socialistas europeos en la Comisión del Parlamento Europeo de Comercio internacional (INTA), introdujeron una enmienda cuyo cambio sustancial radica en la sustitución de los tribunales privados por otros públicos con jueces de carrera, lo cual puede ser interpretado como un intento de suplir la carencia anteriormente mencionada.

Por lo tanto podemos llegar a la conclusión de que la Unión Europea ve en peligro su propia legitimación previniendo un aislamiento programado por otras grandes superpotencias como lo pueden ser China o mismo bajo la creación de un bloque económico trasatlántico entre potencias como Rusia o América Latina siendo el TTIP un paraguas con el que salvaguardarse.

Ante el temor de una pérdida de fuelle y la principal fuente de legitimación, el bienestar de los ciudadanos europeos, la UE desarrolla el TTIP como política de salvación y continuidad.