Las pensiones, un problema que tendrá que afrontar el próximo gobierno: Dos posibles soluciones

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Senior woman counting money

Desde el 26J estamos muy ocupados en saber si Rivera dijo que vetaba a Rajoy, no lo dijo, lo mantiene o no lo mantiene. Todos estamos pendientes de si dejaremos de tener un gobierno en funciones después de más de doscientos días. Pero la realidad es que necesitamos un gobierno porque hay mucho por hacer por España y por los españoles. Uno de los problemas a resolver es el de las pensiones.

Este més el gobierno necesitó sacar 8.700 millones de la hucha de las pensiones para poder pagarlas. Es la mayor retirada de una sola vez y con ella se han pagado dos mensualidades, la ordinaria y la extraordinaria. Con esta retirada, el fondo ha descendido hasta los 25.176 millones y cuando el actual presidente llegó la reserva ascendía a los 63.000 millones. Los podemitas y gente de izquierdas ya andan azuzando y criticando que se haya echado mano del fondo, y la verdad es que es para preocuparse. Algunos cálculos dicen que la reserva se terminaría en 2018 o que al gobierno le queda dinero para pagar tres nóminas mensuales si recurre a esta hucha para retiradas similares. Por lo tanto, es para preocuparse y alarmarse. Pero tampoco podemos olvidar que ahora tenemos fondo de pensiones y de momento no hace falta, como en le sucedió a Aznar en 1996, acudir a un préstamo de la banca para poder pagarlas.

Dicho lo cual, es cierto que hay que preocuparse y buscar soluciones. En este nuevo periodo electoral, hemos encontrado dos propuestas de solución. Una, la del Partido Socialista de crear un impuesto a los ricos (nunca nos definen quienes son esos ricos) con el que complementar el sistema, la otra, la del PP de Rajoy, crear dos millones de trabajos de aquí a 2020. La segunda me gusta más que la primera porque al final los ricos suelen ser esa clase media donde nos encontramos la mayoría. Pero está claro que es pan para hoy y hambre para mañana. ¿Qué sucedería si volvemos a destruir el empleo que se ha destruido estos años como consecuencia de una crisis? Recordemos que, si en los sistemas socialistas se vive en una crisis permanente, en las economías mixtas sufrimos crisis cíclicas.

Nuestro actual sistema de pensiones se basa en un sistema de reparto y de prestación definida. Es de reparto, porque las prestaciones de los actuales pensionistas son pagadas por las cotizaciones que hacen los actuales trabajadores. Y es definida ya que lo que recibe un pensionista depende de los años que haya cotizado, su salario y su edad de jubilación. El problema es que actualmente solo tenemos a dos trabajadores en activo por cada pensionista a pagar. Es más, realmente hay 2,26 trabajadores en activo por cada prestación a pagar, el segundo peor resultado desde 1999 cuando la relación era de 2,23. También resultan alarmante los datos demográficos. Con un sistema de reparto, lo que realmente tenemos es un sistema piramidal y para que el sistema funcione se necesita una base con más jóvenes que personas mayores en la cúspide. Nuestro país en 2015 registró más muertes que nacimientos, las familias cada vez tienen menos hijos y la población anciana es mayor y vive más años. Por lo tanto tenemos un problema para el futuro a lo Afinsa o Forum Filatélico con nuestro sistema público de pensiones.

¿Qué soluciones podría tomar un nuevo gobierno para garantizarnos unas pensiones a los jóvenes de ahora? Un grupo de expertos presididos por el exministro socialista Juan Manuel Eguiagaray, y del que forman parte José María Fidalgo, el expresidente de los banqueros José Luis Leal, Rafael Domenech y el sociólogo Víctor Pérez Díaz, proponen caminar hacia un modelo de cuentas nacionales. Otros expertos proponen transitar hacia un modelo de capitalización de cuentas individuales. Hemos de decir que, en Países como Chile o Suiza, de una forma u otra, lleva funcionando varios años con unos resultados bastante buenos.

En el primer modelo propuesto, el de cuentas nacionales, “cada individuo, en el momento de incorporarse al mercado de trabajo por primera vez, se le abre una cuenta que le acompaña a lo largo de su vida. En esta cuenta se anotan las cotizaciones sociales que realiza durante todos sus años de vida activa. Al final de su vida activa cada individuo ha acumulado unos derechos, equivalentes en términos cuantitativos a la suma de sus aportaciones más las actualizaciones que han recibido éstas. El adjetivo “nocional” se utiliza para expresar los derechos acumulados que permiten acceder a la pensión. Es decir, cada individuo, en el momento de acceder a la jubilación, puede reivindicar a las generaciones que le siguen un derecho a recibir una transferencia de renta, equivalente a las aportaciones que él realizó durante sus años laborales[1].

En el segundo modelo, el de capitalización, que ha permitido a Chile tener un desarrollo económico extraordinario y con crecimientos en torno al 7% acumulativo anual, los que comienzan su vida laboral cotizan en lo que allí se llaman Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), eligiendo la que cada una prefiere. Por lo tanto, cada persona tiene una cuenta donde ahorra el dinero para su jubilación. Estas cuentas de ahorro son gestionadas por los AFP que se encargan de captar los recursos de los afiliados y manejarlos en el mercado, invirtiendo ese dinero para rentabilizarlos a futuro. En este sistema, el monto de la jubilación depende de cuánto hayan ahorrado, si lo hizo de forma continua o discontinua, el desempeño de la economía y la esperanza de vida de la persona. Además, si una persona es contratada la ley establece que el empleador debe descontar un 10% del sueldo y depositarlo, obligatoriamente, en la AFP que el trabajador elija, a la que luego él podrá realizar contribuciones complementarias y voluntarias.  Estas instituciones son un sector total y absolutamente regulado por el Estado, que les indica cómo tienen que invertir sus fondos. Por lo tanto, son fondos de pensiones, pero no pueden invertir en lo que quieran y en la cuantía que quieran. Están perfectamente tasadas las inversiones que se tienen que hacer, como ocurre con las compañías de seguros, y no pueden pasarse de un límite. Además, estas Administradoras, a pesar de ser obligatorias, como hemos dicho son de la elección del trabajador, por lo tanto, no pueden estar en monopolio, y los trabajadores pueden elegir a qué fondo de pensiones quieren encargarle la capitalización de su pensión. Si alguna Administradora quiebra, existe un mecanismo para asegurar los fondos que los trabajadores han depositado en ella, como también ocurre con las aseguradoras. Por otro lado, de aplicarse un sistema de capitalización como este, no se le podría aplicar a los que ya han cotizado toda su vida en el sistema de reparto. Se tendría que implantar para los nuevos cotizantes, como sucedió en Chile hace más de treinta años[2].

Como vemos, soluciones hay y son mucho más sesudas que las que han hecho los líderes de los partidos durante la campaña electoral. El problema está ahí, ahora esperemos que el gobierno que venga tenga la valentía de coger el toro por los cuernos y reformar un asunto que amenaza quiebra y sobre el que nunca se ha conseguido hacer un debate serio.

 

[1] EL FUTURO DEL REPARTO: HACIA UN SISTEMA DE CUENTAS NOCIONALES. Grupo Consultivo de Reflexión sobre Políticas Públicas

[2] https://www.spensiones.cl/portal/informes/581/articles-7206_libroVIIedicion.pdf

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