El PSOE sólo puede soportar una abstención

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El Partido Socialista atraviesa por uno de los momentos más críticos de su historia. Los recientes movimientos por el dominio del poder interno del partido han  llevado al PSOE a un plano de divisiones internas y con las aspiraciones de gobierno difuminadas por el conflicto y por el nuevo planteamiento político de la gestora. Ante esto, los socialistas únicamente se pueden plantear dos vías de acción política: El desastre electoral en unas terceras elecciones o una abstención, lo que les permitirá ganar tiempo para la recomposición de la organización.

Ambas soluciones suponen afrontar un desgaste. Por un lado, el espectáculo resultante de la implosión del PSOE no los coloca en las mejores condiciones para poder competir (Sin candidato, tiempo y con un partido dividido) con un Partido Popular que le sacaría aún más ventaja y con Podemos, quien tendrá todos los ingredientes para culminar el sorpasso. Esto supondría cimentar la base para la puesta en marcha de un nuevo partido hegemónico en la izquierda y con una dificultad añadida en la competición electoral. Y es que cuando se produce un trasvase de voto (en este caso desde el PSOE a Podemos) posteriormente puede resultar muy complicado recuperarlo si este cambia su identificación partidista.

La otra opción, viene condicionada por una posible abstención en todas sus fórmulas posibles que facilitarían la formación de gobierno a Mariano Rajoy, asumiendo el desgaste resultante con un descontento más que probable entre sus filas y sus votantes. 

Hoy por hoy,  analizando el escenario político, una abstención es la opción menos mala. Lo cual no quiere decir que haya ciertas responsabilidades que dirimir al haber llegado a esta situación, especialmente por la situación resultante. Y ni mucho menos, debemos pensar que una abstención hubiese sido la primera opción si Sánchez hubiese salido ileso del Comité Federal en el cual tuvo que dimitir. Por un simple hecho, su liderazgo habría salido fortalecido dentro del espectro de la izquierda y con un mensaje, «No es no», que cobraría un mayor significado.

Sin embargo, mediante el actual planteamiento de la abstención, un Partido Socialista reorganizado, unido, fuerte y característicamente diferenciado de su alternativa por la izquierda, Podemos, podría hacer mucho daño a un partido popular en minoría. Aunque esto supone reconstruir dos pilares:

  1. Es necesario restituir a un líder que ejerza la oposición y sea la cara visible del PSOE, lo cual supone necesariamente que sea un diputado electo. Que sea un diputado electo no es un mero capricho, ya que es necesario construir un nuevo liderzgo, una figura antagónica que protagonice una rivalidad directa con el jefe del gobierno.
  2. Una nueva dirección y estrategia política. El tránsito de la actual gestora a una nueva ejecutiva federal es un paso indispensable para la reestructuración de la formación socialista, así como una nueva conferencia política que asiente las bases ideológicas y programáticas del PSOE. La conjugación lógica pasaría por construir en primer lugar el Qué  (el mensaje), para pasar al Quién (el nuevo Secretario General).

 

 

 

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