Polonia seguramente sea un país de la Unión Europea bastante desconocido para los españoles. Algunos recordarán que Juan Pablo II, una de las personalidades más importantes de la segunda mitad del siglo XX, nació allí; que la desgracia de Austwich tuvo lugar en aquellas tierras o que el último novio de Ana Obregón tenía dicha nacionalidad.

Pero pocos sabrán que es un país que lleva veintitrés años creciendo, que cuando el PIB de la Unión Europea en 2009 y en 2012 se reducía, en el país polaco a penas se notó una pequeña desaceleración; que es el país más grande del Este Europeo, que el actual presidente del consejo Europeo (Donal Tusk) es polaco o que Wroclaw, la cuarta ciudad más grande del país, ostenta la capitalidad de la Cultura Europea 2016 junto a la española San Sebastián.

Ante todos estos datos, de lo que muchos economistas han llamado el milagro económico y la creciente importancia que parecía empezar a cobrar en el tablero europeo, Polonia ha sufrido recientemente un cambio de rumbo político que puede afectar a cuestiones tan importantes como la gestión de la crisis de los refugiados o el futuro referéndum sobre la permanencia de la Unión Europea de Reino Unido.

El pasado 25 de octubre de 2015 se celebraron elecciones a la cámara baja, el Sejm, y al senado. El partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS en sus siglas en polaco) consiguió 235 escaños del Sejm, el partido liberal Plataforma Cívica (PO) 138, el movimiento radical, ultraderechista y populista Kukiz ’15 42 escaños, el liberal pro-europeísmo Nowoczesna 28 escaños, Polskie Stronnictwo Ludowe (partido campesino polaco) 16 escaños, y la minoría alemana  1 escaño.

Estos resultados han llevado a la antropóloga Beata Szydło de 52 años a convertirse en primer ministro y a colocar, tras ocho años, a la Plataforma Cívica en la oposición. También son un resultado Histórico por dos razones. La primera porque por primera vez desde mil 1989 un partido tiene la mayoría suficiente para gobernar en solitario y en segundo lugar porque los partidos de izquierdas no han entrado en el parlamento.

Pero ¿Cómo se han podido dar estos resultados? ¿Por qué el ultra conservadurismo de Ley y Justicia ha vuelto al gobierno? ¿Cómo es posible que la Plataforma Cívica haya perdido el gobierno con una situación económica a priori positiva? ¿Por qué la izquierda queda fuera del parlamento?

Para entender la geografía política polaca. En primer lugar, hay que conocer cuáles son las fracturas ideológicas del país. Cuales son lo que en Ciencia Política conocemos como Cleavages y que Lipset y Rokkan utilizaron en 1967 para teorizar sobre la institucionalización de los sistemas de partidos.

El primer cleavage se corresponde con el conflicto izquierda-derecha. Este ha sido uno de los mayores conflictos en la escena política polaca debido a los años de dictadura comunista que sufrió el país. Así, en Polonia, la izquierda se identifica con los antiguos comunistas y la derecha con el anti-comunismo. Por eso, aquí, el cleavage izquierda-derecha solía enfrentar lo que algunos llamaban el autoritarismo religioso nacionalista contra el liberalismo secular cosmopolita. El segundo cleavage se corresponde con la ruptura entre el mundo rural y el urbano. Este cleavage solía basarse en el conflicto entre el Partido de los Campesinos Polacos y los intelectuales urbanos. A estos dos cleavages, actualmente se le puede unir uno nuevo que enfrenta a los pro-europeos y a los euro-escépticos.

En estas elecciones, los dos cleavages que mayor importancia han tenido en el debate político electoral han sido el conflicto izquierda-derecha y el cleavage pro-europeos y euro- escépticos.

El Partido Ley y Justicia, ha jugado en el terreno económico prometiendo políticas más paternalistas y de derechas, o conservadoras, en lo ideológico. Su lema en la campaña fue: “Polonia está en ruinas”. En materia económica identificaban que el mayor problema del país era su bajo crecimiento económico (esto contrasta con una historia de 23 años ininterrumpidos de crecimiento). Ellos señalan este problema porque piensan que el crecimiento se ha debido a factores coyunturales como la mano de obra barata. Por lo tanto, indicaban que hacía falta un crecimiento real y una mejor redistribución de la riqueza. Además, durante la campaña han insistido en la reindustrialización del país y la creación de campeones nacionales (cosa que choca con los principios de libre mercado), bajar la edad de jubilación, una redistribución de la riqueza más justa y una nueva regulación del mercado de trabajo. En materia ideológica y europea hablaron de recuperar la esencia polaca en las escuelas, es muy crítico con la política distributiva de refugiados de Bruselas, es muy reticente a ceder competencias a la Unión Europea (son socios del Partido Tory en el Parlamento Europeo), pretende bloquear iniciativas en materia de emisiones de CO2 y no se plantean en el medio plazo entrar en el euro. Creen que la Eurozona no es un buen lugar para crecer y que deben esperar. Por el contrario, la Plataforma Cívica jugó con la estrategia durante la campaña de o nosotros o el caos, al que viene el lobo del PiS, con políticas pro-europeas, pro-euro y más liberales.

El cleavaje de la Unión Europea es muy importante en la configuración de los partidos. También vemos como estos dos partidos, que ninguno puede ser definido como de izquierdas, han acaparado parte del tradicional discurso de la izquierda en materia económica uno y de la derecha liberal el otro. Por eso, en parte se puede explicar la ausencia de partidos de izquierda en el nuevo parlamento y por el descredito que sufren por el pasado comunista del país.

En cuanto a la Unión Europea, es cierto que los polacos aprecian la seguridad económica y estratégica que ofrece el club, pero hay otra parte de la población que teme la pérdida y disolución de su identidad católica (sobre la que se construyó gran parte de su discurso de identidad nacional y de confrontación a la dictadura) dentro de la modernidad laicista que le atribuyen a Europa. Esta parte de la población se suele corresponder principalmente con la más anciana, la de las zonas rurales y las zonas más empobrecidas.

Ahora, una vez pasadas las elecciones y con un gobierno conformado, Ley y Justicia se ha embarcado en un programa de reformas muy ambicioso para el país y sus instituciones. Estas reformas han afectado a las fuerzas de seguridad, el funcionariado, los medios de comunicación y el Tribunal Constitucional.

Estas reformas se están viendo con mucho recelo por parte de las Instituciones Europeas y califican la situación de deriva autoritaria. La reforma del tribunal constitucional implantará la aprobación de los veredictos por dos tercios de sus miembros, y además ha nombrado a cinco nuevos jueces para él mediante un procedimiento de dudosa legalidad. Además, han aprobado una nueva ley con la que se regulan los medios públicos y que faculta al ministro de hacienda para despedir al director de las cadenas públicas y a nombrar a sus sucesores.

Estas políticas han llevado la Unión Europea, y al equipo de Junker, a activar un mecanismo para controlar que los países cumplen con el Estado de Derecho y que vio la luz en 2014 para controlar los excesos que estaban comenzando a cometer algunos gobiernos europeos como el de Hungría.

Polonia es la sexta economía de Europa y parece que ahora mismo, se encuentra en una encrucijada tras el resultado electoral del pasado octubre que puede marcar su futuro. Esta etapa política pone en juego la permanencia de las garantías democráticas, y el avance hacia una democracia más consolidada aún, frente a la posibilidad de conservar una identidad y unos principios morales que en el siglo XXI se ponen en duda por gran parte de la sociedad europea. Habrá que seguir expectantes y vigilantes para saber si las reformas que pretenden y el nuevo impulso que Ley y Justicia quiere dar al país, es compatible con garantizar un estado democrático y de derecho.