Público y discurso del fascismo

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[dropcap]L[/dropcap]a democracia cristiana y el fascismo tienen sus mayores ejemplos en Italia. Con Mussolini como ideólogo y líder del fascismo, no solo italiano, y después de Gasperi como representante italiano de la democracia cristiana y uno de los fundadores de la ideología en Europa. Italia jugará un lugar fundamental en la Europa de entreguerras y la constitución de la Unión europea, por ello mi artículo se fundamentará en Italia.

En el artículo analizo el “público y discurso”, sin embargo son dos variables tan relacionadas que se necesitan la una a la otra en política. Por ejemplo el neofascismo se encuentra en un proceso de renovación de su discurso para ganar a un público nuevo en las sociedades posmodernas que reconocen el fascismo clásico como algo viejo, desclasado y muy lejano en el tiempo.

En ciencia política se usa un término llamado cleavage. Este es una dicotomía entre dos opciones sociopolíticas opuestas, en este ensayo voy a tratar de clasificar el público y el discurso del fascismo y la democracia cristiana entre ser de masas y ser sectorial. Ser de masas es abarcar mayorías poblacionales que te apoyen a la hora de hacer política, ser sectorial significa abarcar un sector social exclusivo dentro de la sociedad en su conjunto.

Antonio Gramsci traduce la política de masas con la hegemonía. Para él la hegemonía era una relación de dominación de alguien (gobierno, líder, jefe, director de empresa, profesor sobre sus alumnos, etc) sobre un conjunto de personas. Esta dominación es ciertamente invisible para los dominados porque en su relación no existen conflictos, es decir, impera una consenso sobre el de arriba y el de abajo en el que ambas partes están agusto con su situación. Esto es hegemonía y si la consigues obtener tendrás la capacidad de llegar al gobierno y mantenerte en él. Las ideologías y los partidos tienen esta tarea fundamental si quieren realizar sus objetivos.

A la hora de estudiar el fascismo vemos que han tenido ideólogos, y estos forman parte de una élite intelectual que lleva el liderazgo del movimiento. Esta élite intelectual está presente en todas las ideologías, su tarea es formar un discurso adecuado y buscar a un público que le vote y le sirva como base del cambio. Gramsci los llama “intelectuales orgánicos” que define así (Gramsci, 1929):

“Por intelectuales es preciso entender no sólo aquellas capas comúnmente designadas con esta denominación, sino en general toda la masa social que ejerce funciones organizativas en sentido lato, tanto en el campo de la producción como en el de la cultura y en el político-administrativo”

El fascismo nace en un periodo de entreguerras, en países derrotados por la I Guerra Mundial, con una metodología de acción violenta y un discurso de negación a todas las demás ideologías y grupos sociopolíticos existentes. Llegaban al público como los salvadores de la patria ante las fuerzas extranjeras, aprovechaban el momento de depresión y el escepticismo político generalizado en la sociedad civil para canalizar apoyos.

Todo ciudadano era a la vez militante y soldado por su país, por ello el fascismo llegaba a los ciudadanos nacionales que constituían una gran masa social. Su totalitarismo tan característico, a través del Estado, conseguía una armonización de los intereses y conflictos sociales. Es notable decir que el fascismo puede que llegase a las mayorías sociales nacionales pero no tomó el poder político por el voto de los ciudadanos sino que a través de represión, miedo, violencia y golpes de Estado. También es importante señalar que el fascismo paradigma nació en Italia y guarda sus diferencias con el nazismo alemán, por poner un ejemplo, en cuanto a la nación y la raza; pero que tampoco viene al caso explicar por la gran extensión del tema.

Me atrevo a afirmar que el fascismo llega a un público joven gracias a su violencia discursiva, a su exaltación de la juventud, a la acción constante, riesgo, valentía, guerra, etc. Esta juventud le proporcionaba a los partidos fascistas la carne de cañón para sus acciones pero no para tomar el gobierno democráticamente. También se sirvió de una clase media aterrorizada por el miedo a perder sus intereses ante un avance revolucionario de la clase trabajadora (organizada en sindicatos, partidos socialdemócratas y comunistas) y de la llegada de los inmigrantes a sus países.

A la vez  el fascismo guardaba a una pequeña élite intelectual, por ejemplo en la literatura apareció el futurismo como una nueva corriente en los movimientos vanguardistas con Federico Marinetti al frente; así pretendía conseguir copar la cultura nacional con representantes artísticos fascistas. A la vez tenían en su control a caciques y empresarios que financiaban sus partidos, por lo que en la élite económica también tenía presencia el fascismo, y así establecían una unión entre el Estado y la burguesía nacional/extranjera.

 

Bibliografía

 

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